miércoles, 8 de noviembre de 2017

Las sombras del 'paraíso'


Por: Antón Vélez Bichkov

Una mezcla de oeste con cinema novo (o lo que más se parezca a ese cine latinoamericano de los horrores). Es la primera impresión que deja O outro lado do paraíso, telenovela de Walcyr Carrasco, que desde el pasado 23 octubre ocupa el horario estelar la Globo.

Valiosos cinco minutos (casi seis) se consumen en presentaciones de un tema que, así, de pronto, nos parece agotado, como las minas de esta historia y que no estimulan demasiado el visionaje.

Carrasco posterga el 'detonante' (aquello que nos prende), pero se lo toma en serio, al punto que hace estallar un carga de explosivos que se lleva la vida del ambicioso padre de la heroína.

El autor se muestra osado, más que por el tema, por meterse en un campo que en realidad le queda grande: la amargura de lo agreste.



 

Lo suyo es el melodrama rosa, con cara seria, destellos de profundidad, si lo llevan, con la superficialidad suficiente para no alejar a los asustadizos o los conservadores (hablamos de las obras de las 9 ó las 11). 

Pero tiene un respaldo seguro en la maquinaria y la pericia de los creadores de la Globo, hoy en día, capaces de hacer cualquier cosa.

Incluso producir con carta de legitimidad una 'película' sobre la vida dura del campo que hace la alegría de la crítica y los festivales de Europa.

Sólo Dias Gomes o Benedito Ruy Barbosa se consideran duchos en este tipo de asunto. Al menos, sólo ellos nos convencieron que podían. Walcyr no.

La música refuerza el tono country. Si no vimos a Sissy Spacek saliendo a servir café a su padre anciano al amanecer, quizás la veamos por ahí.

Ni sé por qué me vino a la mente. Pero les juro que fue la primera idea tan pronto vi los créditos que a modo de serie/filme se insertan en unas imágenes de un molino perfilándose en el alba... 




Elis Regina, en su fase social, cantando a Milton Nascimento (maestro de lo rural, lo comunal y la denuncia) ilustra escenas idílicas de la camaradería de los humildes que sabrá a izquierda, pero en los planos generales más recuerda un folleto de los Testigos de Jehová.

Una dama de la actuación como Fernanda Montenegro le da sustancia a las partes de ¿forzado? misticismo que, en sus expresiones y gracias a la pericia del equipo, más que aceptables, las hace totalmente insertadas en el discurso. 

El universo del campo aún destila cierto aire de real maravilloso. Sobre todo en un Brasil gigante e inexplorado.

Otra grande de la escena, Glória Pires, se enfrenta al consumido argumento de la mujer que no encaja en el mundo de su marido. Casada con un hombre rico, Elizabeth, no es apta según las proyecciones de su suegro Natanael (Juca de Oliveira) y éste decide sacarla de circulación.

Ok, es parte de la gramática novelera. La pregunta es por qué una reacción tan extemporánea, cuando el casamiento tiene años de consumado e incluso dio frutos.
La justificación de Carrasco son las perspectivas de ascenso de su hijo en la carrera diplomática y los 'remilgos' de la mujer, que no lo secunda en sus ideas y prefiere más calor en el hogar.

Ello redundará en una importante línea de la telenovela que este 7 de noviembre se concretó: el cambio de identidad de Elizabeth que cree haber asesinado a un hombre y tiene que huir.

Sérgio Guizé, que lo acompañó en su último éxito Êta, mundo bom! (¡Qué vida buena!) encarna a Gael un pseudo-villano que, como sucedió en La favorita, invertirá sus papeles con Renato (un envejecido Rafael Cardoso), el real malvado de este trío que conforman con Bianca Bin (Clara).

La protagonista también estuvo en la reciente novela de las 6 y a muchos les parece fuerte. A mí aún no me convence.



Como ya es usual en las novelas actuales en el tercer cuarto del capítulo inicial la pareja central 'cuadra la caja'. Mejor así. No hay tiempo que perder.

La solidaridad y credibilidad depende del carisma de los actores y del arte con que la dirección lo sepa plasmar, pues en términos de guion no hay espacio para desarrollar simpatía y solidaridad.

Josafá, el abuelo de Clara, parece tan sorprendido como nosotros. A pesar de las breves intervenciones, Lima Duarte prueba su estirpe histriónica. No tanto Guizé que sigue con el aire atontado. Lo salva la voz grave.


Por muy atinada que sea la dirección, tiene sus deslices. Por ejemplo: cuando los contrincantes quedan cara a cara, más que luchar por la moza, parece que están a punto de darse un beso. 

Así se mantienen unos segundos, hasta que derivan en la típica pelea que es el comodín de toda trama sin asunto.

Los diálogos, para variar, presentan altibajos. Pero en las novelas estelares Walcyr no trabaja solo, por eso no se los podemos achacar todos a él y la gran mayoría del elenco los saca con dignidad. 


Aunque a veces se van 'notas falsas', modos de hablar que, a ojos vista, resultan artificiales o incluso ridículos, si no fuera por la calidad del reparto y la dirección de actores.

El western emerge hasta en el vestuario (la camisa de Gael o las botas de Clara) y en la apertura. Impersonal tanto por las imágenes como la música.



 

A diferencia de Verdades secretas, cuyo tufo de 'ya lo vi' te convidaba a seguirla (ver reseña), aquí no tengo deseos de hacerlo, pero lo haría porque estoy convencido que Carrasco es un buen fabulador e incluso dentro de lo común o lo gastado, de cuando en cuando logra unos giros que le garantizan un lugar en el olimpo de los novelistas.

Si bien veo exagerado el número de subtramas y el deseo de impactar a toda costa, corrigiendo y aumentando temas que ya tocó y funcionaron en Amor à vida (Rastros de mentiras), es probable que el género pruebe una vez más su vitalidad y Walcyr su efectividad para conjurar la omisa fórmula del éxito.

Eso sí, por ahora no se perfila ningún Félix que le lleve la novela... ¿tendrá que hacerlo a la antigua?

O outro lado do paraíso (El otro lado del paraíso), se emite de lunes a sábado a las 21h00 por la TV Globo. Cuenta con dirección artística de Mauro Mendonça Filho. André Felipe Binder es su director general. Los guionistas que completan el cuarteto son Nelson Nadotti, Vinícius Vianna & Márcio Haiduck.

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