Imperio: Aguinaldo Silva sobrestimó la fuerza de su trama

Lea: Vuelve a caer el Imperio

Han pasado 20 capítulos y poco o nada ha sucedido en Imperio, la nueva telenovela estelar de Cubavisión.

Si bien la historia avanza, y cada episodio viene marcado por una serie de peripecias, el ritmo de la realización y la lenta progresión dramática, hacen imperceptible ese avance.

Es claro que Aguinaldo Silva administra su trama con mano segura, pero a cuenta gotas, jugándose 'sus mejores cartas' que no vienen a ser, exactamente, las más actractivas.

La confrontación de Teo Pereira/ Claudio Bolgari, monopoliza la atención, supeditando la espina dorsal de Imperio, que queda virtualmente apuntalada por lo que deberían ser sus principales elementos.

El atropellamiento - algo absurdamente recurrente en las novelas globales - y la hija bastarda - otro elemento nada nuevo - tienen un protagonismo menguado, por lo que parece ser una vendetta personal de Silva, notorio por su homosexualidad y su afilada lengua.

A no dudarlo, Pereira, en la piel de Paulo Betti, es un alter-ego del autor, así como Gioconda lo era en Dos caras. Por su boca, sale su 'opinión editorial', la más de las veces irreverente y escandalosa. 

Obvio, que una línea tan polémica, podría llamar la atención, si no fuera algo bien sabido ya (incluso entre nosotros, que no solemos hablar de esas cosas con tanta libertad). 

No se ha presentado un romance sustancial. De hecho no existen. A excepción del 'gran amor' de la 1ra fase que genera el resto.

A grandes rasgos se dibuja el idilio del Comendador con Isis, la frustración de María Marta y los pininos de Cristina con Vicente. Pero de ahí no pasa. Una boba insinuación de que los dos serán pareja y, quizás (sabemos que sí) tendrá que disputárselo con María Clara.

La sombra de Avenida Brasil es evidente.  Todo es más importante, principalmente, el lado sórdido de las cosas, que se impone y lucra a partir de la fuerza de los 'malos'. Esta vez con un ritmo menos trepidante y villanas menos carismáticas. 

Pero a diferencia de João Emanoel Carneiro, Silva trabaja mejor las motivaciones de Cristina que por lógica no puede meterse de a lleno en la lucha por una fortuna que no le toca.

Por eso le pone el incendio, la cárcel del hermano, la [gastada] batalla por el sobrino. Un mar de lágrimas, para empujarla en los brazos de la 'fortuna'.

Llama la atención la abundancia de personajes gay (caricaturizados y no). Lo cual, es toda una tendencia en la Globo. Los gays son los responsables por el lado cómico (bien primario, si lo comparamos con otras creaciones de Aguinaldo).

Como las conoce bien (Imperio es un refrito nada sutil de Suave veneno, ver artículo sobre el tema aquí), el autor trabaja con profundidad a sus criaturas.

Cora, Marta, el propio Comendador, tienen una riqueza ya ensayada en los tipos que encarnaron Joana Fomm (en Tieta) e Irene Ravache, con José Wilker (en la mentada telenovela del 99).

Cierto que María Marta es más amarga y agresiva, pero su prototipo sigue siendo Eleonora, aristocrática, mas venida a menos... 

Para diferenciarlas, creó un prefacio dispensable, pero bien pensado en que el capítulo uno se dedicó a Eliane, el dos a María Marta y el tres, al destino que siguieron por separado. 

La dirección de Rogério Gomes (y el competente equipo) le hace bien a Silva. La novela tiene 'clase', 'calidez', las cuales se dispensan según las exigencias de la escena.

La fotografía se maneja desde diversas perspectivas. Es fácil notar que los ambientes relativos a los Medeiros y la empresa Imperio, se presentan en tonos azulados, incluso grises. La casa de Cristina tiene un toque de calor, siempre. 

La novela irá ganando revoluciones, intensificando su poder y cosechando su siembra. Pero al ritmo que se emite en Cuba, difícil que entusiasme como lo hicieron otras tramas en tiempos que ya parece que nunca volverán...