Empezó como película americana. Con aires, música, incluso un toquecito de nieve (aunque técnicamente estemos en primavera). I love Paraisópolis, la nueva de las 7, no se desgasta en sutilezas. Es una comedia urbana, cuya finalidad primaria es causar placer y está dispuesta a hacerlo con todos los recursos a su mano.
Un rápido clip nos pone ante el esplendor de la Gran Manzana, Times Square y ¡Coca Cola! (¿cuánto habrá pagado?). Y claro, nos presenta a algunos de los brasileños, que hasta en Nueva York, se la ingenian para vender sin licencia en plena calle.

Y entonces viene el ‘así empezó todo’ y un flash-back que nos devuelve de inmediato a la ‘realidad brasileña’. Estamos en São Paulo, la Nueva York del sur, de donde parten Mari (Bruna Markezine) y Danda (Tata Werkneck) para el "sueño americano".
Como en Babilonia, hay una favela y una villana que la odia.
Como en Babilonia, la favela le da título a la novela.
Como en Babilonia, las protagonistas son batalladoras y sencillas.
Incluso, como en Babilonia, la mala malosa, debuta con un discurso de odio hacia la 'comunidad' que convive con la opulencia de un barrio de lujo, anunciando el gran embate:
¡Abajo los pobres, vivan los ricos! (o lo que es lo mismo, el bien contra el mal en el s. XXI)
![]() |
Disfrutando la Gran Manzana |
La cámara clásica, absurdamente precisa, con paneos elegantes y par de tiros osados para recalcar modernidad y movimiento. Los planos panorámicos potencian la escenografía y el ambiente, dándole realce a todo lo que resulte visualmente agradable. La edición dinámica, con toque MTV o el canal de música que más esté en la moda. Uds. escogen. Y claro, aquella producción espléndida, que sólo una Globo puede darse el lujo, aún en tiempos de crisis.
![]() |
Un balde de pintura 'da color' al primer encuentro |
A pesar de ello, mastica tanto los datos que se vuelve evidente, incluso, por momentos, simplista. Lo cual será un mal necesario, pero le resta brillo.
Los diálogos didácticos dejan claro que una es la ‘inteligente’ y la otra, la ‘escandalosa’, pero aun así se quieren y ‘van a luchar por la vida, con la bandera del bien como estandarte’.
En el capítulo dos, ya sabemos que el padrastro malo, mató al padrazo bueno (aunque explícitamente no se diga y muchos no captaran el guiño)
El clásico encuentro de la parejita central, marcado por accidentes y peleas (foto), también da una pista obvia: aquí no viene nada sustancialmente nuevo. Los autores no tienen pena de decirlo: estamos escribiendo novela y como novela la vamos a tratar.
![]() |
Sofisticada e insoportable |
Lo mismo pasa con la dinámica señora insoportable/ mayordomo cómico (vista una y mil veces, incluso en la actual novela de las 9). O el galancete barato, que para colmo tiene trauma con una madre ausente, pero controladora. Muy gastado.
Pero lo más previsible y quizás fuera de lugar, es el embate favela vs. constructora. No sólo como asunto ya tratado (en Dos caras o incluso Aquele beijo del 2011), sino por la grieta que quizás deje en una historia abiertamente ‘light’, que no digiere bien la ‘denuncia social', ni los conflictos de oficina. Más si tiene un sabor de déjà vu.
El Grego de Caio Castro (foto) es un Juvenal Antena ‘adolescente’, mientras que su contraparte, sin duda, remite a Marconi Ferraço (también de Dos caras).
No olvidaron siquiera los planes de redención del joven idealista (que sueña urbanizar el barrio y mejorar su calidad de vida) y el proyecto inmobiliario del rico inescrupuloso (que, a su vez, pretende derribarla para construir ahí un condominio). Sólo así pueden convivir e interactuar favelados y empresarios. En la vida real, no pasan de empleador y empleado.
Sin contar, que la expropiación de tierras, es un motivo recurrente en el imaginario literario americano. Por eso nada sorprende. Pero ojo, es la Novela de las 7.
Ya que hablamos de él, el rico le queda grande a Henri Castelli (Gabo), muy en forma como galán, pero no como actor. Tampoco Letícia Spiller (Soraya) que como bruja maniática y snob, tiene un personaje predecible, pero agradecido. Alexandre Borges (Sêu Juju), vuelve a probarnos que la comedia no es su fuerte. Todo lo resuelve a base de muecas de susto muy al estilo del Carlitos de Avenida Brasil.
Los tres aunque ya entraron en el team de los ‘adultos’, no maduraron como actores.
Maurício Destri (Benjamín), ‘el galán’, es más aburrido que Sérgio Guizé de Alto astral. Pero como Bruna no se le adelanta mucho, quizás logren conquistar al público a base de bobería (foto).

Las reacciones en la web no se hicieron esperan, contrario a Babilonia, las escenas populares tienen un alto índice de gusto en el FB (a juzgar por el sitio oficial de la novela). Lo que prueba que el problema de la otra es la realización, no el contenido.
La banda sonora, tampoco deja a desear. Entre los temas cantados y los incidentales, resuelven bien la sonoridad de la novela: moderna, urbana y efectiva. Sólo señalar, que nuevamente tenemos baladas en inglés para sazonar el amor de los protagonistas y a Ana Carolina, en doble dosis (también presente en Babilonia).