Por: Antón Vélez Bichkov ©
Amor de mãe tiene todo para ser un equívoco o un capricho.
Necesitada de promover nuevos autores a su horario estelar y de borrar la mala imagen que deja la exitosa, pero poco aplaudida Dona do pedaço, la Globo se mete en un campo pantanoso y trae a la Novela de las 9 un modo de decir que contrasta con todo lo que se ha visto en el espacio...*
Temáticamente, tienen puntos de contacto. Las atraviesa el amor de madre (de ahí el título).
Un tópico que ha generado millones de cuartillas.
Parecería que la trama anterior fue encargada para abrirle el camino a esta.
Pero hasta ahí.
La nueva historia viene salpicada con una perspectiva de serie y esta vez en serio.
¿Es lo que necesita el horario? ¿El género?
No lo creo. La trama de Walcyr Carrasco probó con creces que el novelón está vivito y coleando.
Y no será para complacer un puñado de gente resentida, con perspectiva equívoca que se necesita alterarlo.
Quien desee otra cosa, que vea cable. Que también está lleno de clichés.
Todos en inglés. Por eso nadie los emplaza.
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Lurdes busca empleo en casa de Vitória |
No se trata de un esteticismo gratuito. Tiene un fin.
Si Ud., por casualidad aún se está acomodando en la luneta o le da el toque final a la cocina, tiene tiempo 'de gracia' para poder entrar de a lleno en una historia.
Colgándose de un recurso habitual en el cine y las series made in USA, se vale del método de la entrevista para presentar al personaje del pi al pa.
Evitando el didactismo que supone distribuir todo este contenido en bocadillos, se vuelve didáctico, pues enumera una serie de hechos que a la autora le interesa recalcar.
La entrevista, con una de las protagonistas en off, da el pie a la ardua historia de Lurdes (Regina Casé)
La premisa de hacer drama sin 'melo', se cumple en lo relativo al ambiente, pero no en cuanto a la música, subida de tono, exacerbada, con cuerdas y 'mandolinas', al principio y un sinfonismo trágico luego.
Claro, lo que viene es muy fuerte. Por más que estemos acostumbrados a verlo en la pantalla novelera.
José Luiz Villamarin, el director, lo anunció: «Me cuido mucho para no sobrecargar el melodrama, es necesario equilibrio».
El mito de la 'narrativa social' se impone, dignificando el argumento más viejo del culebrón: El derecho de nacer.
En menos de 10 minutos el padre vende —textualmente— al hijo de la heroína que a esa hora da a luz a un nuevo fruto del sertão...
Como todo se hace en ese canon del cine áspero del campo, que tanto prestigio intelectual goza en Brasil, parece que es 'algo diferente', que es la 'realidad'.
Pero, 'en realidad', no es más que un intento snob de barnizar un argumento sabroso, pero gastado.
Como la autora no se siente confortable (o no domina) el lenguaje del folletín, tiene que buscar atajos para despertar emociones en un público que puede estar condicionado, pero que responde —casi por una predisposición genética— a los resortes de la novela lacrimógena.
O que lo digan los chinos, los soviéticos y el resto del campo socialista que habían desterrado esa forma de contar durante décadas cuando La esclava Isaura los puso en el cepo de sus pasiones...
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¿Pobres o animales? |
Apoyándose en la 'concreción' del pensamiento agreste, se deshace con dos o tres frases... —como se supone que sea— de una explicación plausible.
«Era mucho niño chiquito pa' andar regado por la casa».
«Cambié al niño por dinero. La mujer dijo que iba a llevar al niño para una familia rica de Río de Janeiro»
Si fuera en la novela anterior, lloverían las críticas.
El cielo se quedaría seco de toda la acidez que caería sobre Walcyr Carrasco.
Aquí, el veredicto será otro. Seguro estoy.
La actuación, exagerada, hasta volverse ridícula, juega con ese mismo estilo que corona Maria Bethânia con otro ejemplo de arte pseudo-popular: Onde estará o meu amor?
(y es pseudo, porque el propio pueblo no lo procesa, es folclor para las sensibilidades 'universitarias').
Como Dios cierra una puerta, pero abre una ventana, Lurdes encuentra una criatura que asume como suya y se va a Río a buscar al hijo.
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«El destino me quito un hijo y Dios está dándome otro» |
Vienen más datos. El celular ayuda a Lurdes a redondear su historia...
«Este es fulano, esta es mengana...». Todo claro. Para que nadie se pierda.
Ahora, una pregunta que nunca oímos fue:
¿Por qué la aspirante a nana debe caer en algo tan íntimo y doloroso como la pérdida de un hijo?
Cuando se va a buscar trabajo, algunos detalles sobran.
Más cuando se es pobre y marginado.
Para una revelación así, la relación patrona/empleada debía madurar mucho.
Y sólo cabría en un momento de honda compenetración o un adecuado dramatismo.
Es evidente, que a la mayoría se le escapó ese detalle. Por ello, el libreto les lució «perfecto».
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Lucy Alves: tres tonos por arriba... |
Gonzaguinha, sobre el cual hablaremos más adelante, entra con su desgarrador Explode coração.
Una de las grandes canciones del pentagrama brasileño.
En ello, va un tono, que se plantea la dirección.
De acuerdo con el status del autor y el tema.
Algo muy bien definido en la escala cultural del Brasil.
Que, a su vez, define los valores artísticos de un producto de ese tipo.
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La 'justicia' es de quien la sepa 'inventar'... |
Un juicio penal muestra a Vitória defendiendo 'lo indefendible'.
Entonces, en una especie de justicia poética/castigo al estilo de Mujer, casos de la vida real, un empujón de la madre del difunto, la hace perder al hijo.
No es la maldad manifiesta de una villano.
Son los villanos 'circunstanciales' que nos depara la vida.
Que pueden ser él/ella/tú/yo/nosotros mutuamente, según el momento y la hora.
Siguiendo el cliché de la heroína popular, Lurdes interviene en la historia de Thelma, la tercera protagonista, con griterías y aspavientos.
¡Incluso detiene un ómnibus en plena calle cuando ésta se desmaya!
Luego termina llevándola al hospital. Disculpen los spoilers, pero es imposible analizar, sin explicar.
Como toda mujer 'de pueblo' Lurdes es directa, abierta y abnegada.
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Adriana Esteves con un personaje diferente |
Sus chances de sobrevivir son escasos.
Pero ahí no para la cosa: Thelma quedó viuda en un fuego muy desgarrador.
Señores, esto es demasiado. Mucho para un cartucho.
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¿Dramatismo o exageración? |
Un tema icónico, con nombre y apellido que sólo cabe en una trama, porque es sinónimo de esta.
Marcando la distancia, es como tomar la música de El lago de los cisnes para hacer ¡otro ballet!
¡Y para colmo interrumpida sin elaboración, ni ceremonia, cuando en la pantalla aflora el logo que parece hecho en Word 97!
El episodio de estreno sólo tuvo un corte a comerciales.
Para no perder la costumbre, la segunda parte vuelve con escenas 'de pueblo'.
Con conflictos por dinero, discusiones domésticas, mezquindades...
Los ricos están fuera de foco.
Haciendo una 'gran concesión', ilustrando la vida en la favela, un personaje toca el hit de Leandro & Leonardo Pensa em mim, probando que hasta la música es clasista en ese Brasil de asimetrías.
Fruto del mismo cálculo, de esa necesidad de 'emocionar', nace la escena en que la recogida agradece a la madre con un caldo de lágrimas y palabras exaltadas.
Como diría el poeta: «es de bien nacido ser agradecido».
Tampoco podía faltar Nuestra Señora Aparecida.
Como mismo le rezó la cenicienta de las siete, Lurdes le dedica un recital de oraciones...
Señal de los tiempos. Devota y todo, Raquel nunca se encomendó a la Virgen, que no aparecía en escena. Ni en los hogares más humildes.
La única Virgen que se veía en las novelas de la Globo era una efigie muy brasileña de la Inmaculada Concepción. Los más fieles, seguro la recordarán...
En los finales, cuando ya no queda corazón y el lagrimal perdió hasta la última gota, nuevos gritos, nueva irritación de una cámara en mano y un ambiente sombrío.
Esta novela no vino para quitar el estrés de la vida cotidiana. ¡Vino a estresarnos por partida triple!
Magno (Juliano Cazaré) se mete en camisa de once varas y deja el desenlace para el próximo capítulo, cuando la madre le demostrará de que en sus venas no corre agua.
En resumen: queriendo limpiar la imagen, promover un talento, proyectar el género hacia otra era... en su estreno, Amor de mãe resulta demasiado densa, abrumadora e incluso demagógica.
La falta de un villano, al menos en esta etapa, le impone un bombardeo de emociones que difícilmente se pueda mantener con esa intensidad y frecuencia durante muchos episodios.
Exprimir la lágrima a toda costa tiene su costo. Muy alto, a veces.
Vamos a ver cómo le fue en los ratings. Las redes fueron benévolas. Mas vale recordar que todo en la vida tiene su público y su claque (inclusive).
La palabra final la dirá mañana el Ibope y el resto de los meses, la gran audiencia...
Detalle curioso, por primera vez en la historia de las bandas sonoras habrá más de una canción de un mismo intérprete, según consta en el sitio oficial de la novela.
Leer más: Amor de mãe ¿Novela sin villano?
* Exceptuando Viejo río, una joyita audiovisual, cuyos perfiles estéticos e ideológicos se aproximan mucho a esta, pero sin decantarse por el lenguaje del seriado.