Todo lo que tiene de mística, lo tiene de concreta Por siempre (en portugués Alto astral).
En menos de tres minutos, no presenta un [buen] detonante, que nos manteniene la atención, hasta que en el tránsito de tiempo, desaguamos en la trama actual.
Desde pequeño, Marcos (Thiago Lacerda) odia a Caíque (Serguio Guizé), hermano adoptado y en diálogo punzante, aunque extremadamente directo, expone su actitud ya de adulto.
No pasa mucho tiempo y, nuevamente, tenemos un golpe de efecto, cuyo principal mérito es no parecerlo. Caíque, escalando casi pierde al compañero, despeñado al abismo.
En el mientras tanto... bellísimos paisajes, nunca antes vistos en novelas brasileñas.
Viene una boda que todos intuimos que se habrá de malograr y una heroína dulce, vital, que contrasta totalmente con el 'malo'. Y aunque apareció 'recién' en el minuto diecipico, nos es familiar por un dibujo que hizo Caíque en la infancia. Él no la conoce, pero la intuye y en cierto modo sabe que están predestinados. Buen recurso.
'Hace un tiempo que te siento desmotivada', ya da la idea del inexorable fin. También el sentimiento de la joven: Laura (Nathalia Dill) no ama a Marcos, sólo tiene gratitud, pues salvó al abuelo y cuida de la familia. Allanando así, el camino de un futuro y auténtico amor.
El doblaje no acompaña el humor Cláudia Raia, en la piel de la falsa vidente Samantha Santana (foto).
Tampoco ayuda con 'este país', 'la capital' en sustitución de Brasil o São Paulo. La Globo no es Televisa. Su éxito reside en contextualizar sus obras.
La trama de la difunta Andrea Martarolli, escrita por Daniel Ortiz, no prescinde de otros clichés, como el anillo de la abuela y un reclamo, extemporáneo, sobre una madre desconocida que la protagonista busca.
De nuevo, se gana tiempo al tiempo. ¿Para qué dilatar? Ese no es el espíritu del audiovisual moderno.
Eso es un plus. El romance secreto con Sueli (Déborah Nascimento) con Marcos y su maldad más que manifiesta, no. Muy visto en otras.
Para recrudecer el caso el villano tiene ¡ranas como mascotas! Retorcido hasta en eso.
En los primeros minutos, ya el chico tiene sus primeras experiencias extrasensoriales.
Un médico que sólo él ve lo salva, de milagro, del accidente de aviación y lo cura.
A mitad de capítulo, como en las mejores fantasías, conoce a Bella, la pequeña fantasma, que le hace otro milagro: el de conocer a Laura, la mujer de su dibujo.
El didactismo sigue, cuando no le dejan a la audiencia percatarse que Samanta es una farsante y ponen a la sobrina reticente, a denunciar sus falsos dones.
Si eso no queda claro con César (Alejandro Claveaux) saboteando el puente, cuya caída 'predijo', nada lo hará.
La adivina, se entronca con la trama principal, cuando Laura va a cubrir el fatídico evento.
La Raia, una veterana del humor, recarga las tintas de su personaje y sólo tiene un momento de auténtica sorpresa, cuando estalla el puente a sus espaldas, en lo que a Globo, como ya es habitual, pone todos sus esfuerzos, al igual que el elaborado accidente del comienzo.
El capítulo, muy bien montado, si me preguntan, mantiene el ritmo, sin precipitar las cosas, ni darle el toque sofocante, de muchas telenovelas de hoy en día que confunden acción con desenfreno.
Los caminos de Laura y Caíque, se van entrelanzando de a poco, hasta que ambos quedan cara a cara, con la expectativa de lo que pasará en el próximo episodio.
Pero eso lo van a tener que averiguar Uds.
ver capítulo uno aquí
Por siempre, no será La Gran Telenovela, pero de seguro llenará sus tardes o noches con humor, amor y un toque generoso de fantasía.
Actualmente está en transmisión en República Dominicana y El Salvador, tras un paso bastante exitoso por Portugal y, claro está, Brasil.
PS. Otro punto que le resta es la canción-tema, ya usada en El clon.