
Hace unas semanas, caminando por la calle de un popular barrio de la ciudad de la Habana, me percaté de algo que apenas imaginaba, pero que hasta ese momento no había confirmado: ¡el éxito de
Suave Veneno! De diez hogares con aparatos de televisión, nueve lo tenían encendido y apenas en uno el receptor reposaba tranquilo en su clásica esquina, sin señal alguna en pantalla. Está demás decir cuál era el programa sintonizado en el resto de los televisores… ¡Claro, la novela de Aguinaldo Silva, que con tanto éxito cerró sus transmisiones el pasado viernes!
Caminé cuadras y cuadras y como en los tiempos idos de ciertas radionovelas
subversivas, pude escuchar prácticamente completo el capítulo de esa noche de este folletín que aunque fracasó en 1999 en su tierra de origen, sumó bastantes adeptos en países como Portugal y Rusia. La única excepción, quizás, a tan alta sintonía eran las calles donde empresas e instituciones ‘dormitaban’ plácidamente, acumulando fuerzas para una nueva jornada.
La historia se repitió varios días después y con el mismo efecto: ¡la satisfacción! No eran sólo muchos hogares viendo el Canal 27 (Habana), sino que en cada uno de ellos había un promedio de 4 personas viendo el folletín, que aunque en su recta final decayó en calidad, llegando a perder el ritmo y la garra de otrora, no alejó a la gente, al contrario, parece que la etapa de los desenlaces los apresó más a sus asientos.
Ahora, la pregunta que queda en el aire es saber si
Renacer (1993), la trama que ayer en la noche, entró en el lugar de Suave Veneno, sabrá mantener a los adeptos y conservar esos altos índices de audiencia que caracterizaron a su predecesora.
Aunque confieso que Benedito Ruy Barbosa (su autor) no es ‘santo de mi devoción’, el primer episodio de la saga del coronel José Inocencio y sus hijos, me cautivó. Es un Benedito que jamás había visto: una trama fuerte, con ritmo ágil y muchas peripecias y sobre todo, bastante realista… aun y cuando, este realismo tenga un apellido que, de seguro, generará más de una emoción encontrada: mágico.
Si en la azucarada
Cabocla, vimos unos coroneles en franca versión
light y situaciones a medio camino entre la languidez y el bucolismo fatuos – nada más se podía exigir a una
Novela de las Seis – aquí el autor de
Pantanal,
El rey del ganado,
Terra Nostra o
Niña Moza, se superó a sí mismo. La violencia y crudeza de las relaciones sociales de los
sertones de la Bahía de mediados del siglo pasado, así como la riqueza de su cultura popular, quedan evidenciados en escenas de una plasticidad y creatividad deslumbrantes.
Personajes y paisajes quedan integrados en planos, que muchas veces hacen recordar alguna que otra pintura expresionista y las situaciones se destacan por su verismo, inusual en telenovelas, incluso de la TV Globo.
Mucha de esta calidad, se le debe aquilatar al talentoso Luiz Fernando Carvalho, que lo acompañaría en la dirección durante varias otras tramas, imprimiendo a todas un tempo evidentemente cinematográfico, que denunciaba su nada disimulado deseo de ingresar en el mundo de las películas, cosa que hizo varios años después con
Lavoura Arcaica (conocida en español como A la izquierda del Padre).
Con
Renacer, Benedito tenía una responsabilidad mayúscula, de mantener a flote el horario estelar de la Globo, que se había visto afectado por la escandalosa muerte de una de las actrices de la novela anterior (
De cuerpo y alma) a manos de su compañero de escena. Además, debía atemperar el revuelto clima político en que vivía el país – como después tuvo que hacer con otra novela de título irónico y muy explícito para el momento de su estreno:
Esperanza (justo antes de la elección de Lula).
La historia, que originalmente se iba a llamar
Bumba meu boi o
Jequitibá Rei – en alusión al pacto que establece el protagonista con este poderoso árbol de la Selva Atlántica en los primeros minutos de la telenovela – no podía tener nombre mejor que
Renacer, pues en ello quedaba implícito también el destino del país.
Así las cosas, la política apareció más de una vez durante los 213 capítulos de la versión original, que quedaron en 130 para la venta internacional. Pero Barbosa no se contentó con la crítica social, sino que se metió de lleno en el universo rural brasileño y de sus costumbres. Aquí, contrario a la fiebre
sertaneja, marcada por la artificialidad y el comercialismo que lo invadiría en
El rey del ganado, Barbosa, se esmeró en mantener el espíritu de lo más auténtico, inspirado como estaba en el éxito de su trama previa:
Pantanal.
Pantanal, había conseguido un hecho inédito en la TV brasileña: su capítulo final marcó 41 puntos, contra los 23 que registró la Globo esa noche. Nunca antes una novela de la competencia había logrado desbancar a la todopoderosa
Venus Platinada, al menos desde el cierre de la TV Tupí a finales de la década del 70.
Y todo gracias a los aires de novedad que le imprimió a la teledramaturgia nacional, saturada para ese momento con folletines urbanos, que reiteraban los mismos argumentos a la saciedad.
La Globo, que cuando más aceptó tramas rurales a las 6 – horario en que el propio Benedito se desarrolló durante muchos años – y excepcionalmente a las 8 (véanse los casos de
Roque Santeiro y
Tieta, dos mega-éxitos de los 80), no le vio potencial a la historia de Juma, la muchacha que se convertía en onza y que vivía dividida por amores entre padre e hijo y la engavetó. Ya había hecho lo mismo en 1981, con
Los Inmigrantes y al igual que ahora, lo había lamentado, ya que Barbosa la llevó a la competencia y ahí fue un exitazo.
Entonces, decidida a no perder espacios, resolvió reconquistar a su olvidado autor y ofrecerle además de una producción de lujo, el horario central. Nada más natural que Barbosa, habituado a un mismo repertorio de situaciones, sin demasiada variedad (italianos, luchas de coroneles, haciendas, política, etc.), decidiera rescatar los elementos más expresivos de la trama anterior y volcarlos completamente aquí.
Aunque la locación no es la misma,
Renacer repite al pie de la letra el triángulo amoroso entre padre, hijo y jovenzuela. Incluso, los actores que Ruy Barbosa quería para los papeles de José Inocencio, Juan Pedro y Mariana, eran los mismos que antes habían interpretado los roles homólogos en la trama anterior. También abunda el misticismo popular, en que se rescatan episodios enteros de otras novelas del autor, como el diablo embotellado (Paraíso, 1983), entre otros. Curiosa es la inclusión del primer y único – hasta ahora – personaje hermafrodita de la historia de la telenovela. Ya el celibato de los sacerdotes católicos, tiene toda una estirpe en la producción melodramática latinoamericana, pues aunque polémico, nunca fue un tema tan explosivo, como los que vendrían después (homosexualismo, drogras, SIDA), ya que era vox-pópuli que más de un cura tenía mujer e hijos (eso aun y cuando en Brasil se diga que sus hijos, se convierten en 'mulas sin cabeza').
Como en toda novela de Benedito, hay pocas tramas y correspondientemente pocos actores. Pero los pocos que hay son de lujo: en la primera fase el siempre atinado José Wílker, perfecto en su monosilábico coronel Belarmino, el cual teje su personaje con sutileza y sensibilidad discretamente siniestra; Fernanda Montenegro, la Gran Dama de la Actuación brasileña, encarna a una matrona de burdel que guía a la inocente Maria Santa, la novata Patrícia França, que aquí se estrenaba en novelas; repiten dosis de
Suave Veneno, Nelson Xavier y Leonardo Vieira, responsable del papel de José Inocencio, en la primera fase de la historia – otro elemento común a las novelas BRB – y que en la segunda y definitiva parte del folletín será responsabilidad de Antônio Fagundes, uno de los astros fundamentales de la pantalla chica de aquel país.
Marcos Palmeira (Juan Pedro) será el galán, que arrancará los suspiros de las jovencitas y a Adriana Esteves (Mariana) le tocará lo mismo, sólo que en el segmento masculino de la audiencia. Patrícia Pillar, una
habituée de las novelas de Ruy Barbosa, interpreta a Eliana, mientras que Herson Capri, hará del villano coronel Teodoro. También de Suave Veneno, viene Kadú Molinterno que actuará como Rafael… Chica Xavier nos brinda su maestría en la piel de Ignacia.
Y aunque
Renacer sea de la época que la Globo vertía al español sus bandas sonoras, con lo que se perdía buen número de canciones, son de destacar las canciones de Roberto Carlos, Caetano Veloso, Maria Bethânia, Roupa Nova, que matizaron sus reposadas – según las fuentes – pasiones y desventuras...
Interesante es saber que a pesar de haber sido su ‘salvador’ durante la década del 90, con sus grandes éxitos rurales, Benedito, nuevamente ha sido relegado en la emisora del Jardín Botánico.
Luego del fracaso estruendoso de
Esperanza (conocida como
Terra Speranza en el mercado internacional), no ha podido estrenar ninguna historia inédita, aunque sus remakes, ‘refrescados’ por sus hijas (sus únicas e insustituibles colaboradoras - para muchos, estas ni siquiera escriben, sólo cobran) han logrado una adecuada respuesta en las audiencias. Sin embargo, aquel que se considera el divisor de aguas en su carrera,
Pantanal, ha vuelto a la gaveta, donde permanecerá a no ser que nuevamente los rumbos del mercado indiquen que la gente necesita paisajes y pocos sobresaltos para movilizar sus emociones…