Cordel encantado comienza en gran estilo y con baja audiencia



Quien dude que las mejores novelas del mundo las hace la Red Globo de TV, sólo basta ver los primeros 10 minutos del más reciente estreno de las 6: Cordel encantado, trama de Thelma Guedes y Duca Rachid, responsables de éxitos tales como El Profeta y más recientemente Cama de gato.

Hecha en el mejor estilo de las fantasías épicas de Hollywood, la producción no tiene nada que envidiarle a los grandes filmes del género de la factoría de sueños norteamericana.

Exuberantes planos generales. Una soberbia fotografía que juega con los claros oscuros y los tonos rojizos. Monumentales escenas de batallas campales en que, evidentemente, son más los efectos especiales, que los extras, creando la necesaria ilusión de que son miles.

La cámara, no es el mero lente que registra imágenes, sino un personaje más, que refuerza la acción dramática con los movimientos más adecuados. Y claro, el guión - repleto de acción desde el primer segundo, dando en ajustada síntesis, el tono de lo que se verán los próximos seis meses.

¿Algo más parecido a una película hollywoodense? Lo dudo...

Ahora, algo anda cojo en esta joyita del audiovisual y es su relación con el mundo 'real' o al menos 'reconocible. La ficción no está, ni mucho menos, obligada a cumplir con sus parámetros.

Ahora, en la narrativa de masa, trabajar con los elementos del imaginario colectivo es fundamental. Y esta puede ser la primera piedra en el zapato de la nueva telenovela de las 6.

El dúo Guedes & Rachid han mezclado muchos ingredientes inconexos en su cocido. La realeza de un ficticio país europeo se dará las manos con los cangaceiros del sertão brasileño. El castillo y los ambientes son del s. XVIII (años más, años menos), pero la vestimenta no (no está claro).

Tampoco el sustento histórico de la parte que transcurre en los inhóspitos parajes de Brasil. ¿Qué dará eso? Sólo sabremos cuando el caldo hierva y cuaje.

Como mismo el público rechazó aquel absurdo argumento de ¡brujas irlandesas! en el Brasil de los 30 - hablamos de Eterna Magia, otra producción refinada, pero artificiosa - puede no asumir un marco referencial tan distante como un país que no existe y un Brasil, árido y salvaje, muy alejado de un marco temporal 'tolerable' (que hoy parece ser las primeras dos décadas del s. XX).

La gente a duras penas acepta las novelas de 'esclavos'. Novelas de épocas previas al s. XVIII, descartadas (ya vimos el fracaso de La Patrona de Walcyr Carrasco).

Por esta misma razón, aunque aquí abunden los tan familiares y caros al espectador, recursos del folletín, muchos sencillamente pueden no 'reconocerlos' y rechazar de plano el producto. Las fábulas tienen su público y no es precisamente el de las 6.

También tenemos qué ver cuán glamoroso puede ser el ambiente (cosa nada despreciable cuando de telenovelas se habla: la segunda versión de Hermanos coraje (1995) no funcionó por muchas razones, pero una de ellas era la falta de 'encanto visual').

Claro, India, una historia de amor, es un monumento a la belleza estética, pero ni por eso logra cosechar los grandes éxitos que su abultada inversión esperaba (por cierto, otra prueba del perfeccionismo al que ha llegado el audiovisual brasileño).

De cualquier modo, lo único que no se lo podría criticar jamás es la creatividad y el deseo de huir de lo obvio. Ti Ti Ti lo hizo y venció. Passione e Insensato corazón, refritos de viejas historias de sus mismos autores, no emocionan.

La audiencia del primer capítulo no fue ideal: 24 puntos, con 44% de participación en cuenta. Aún así fue líder en su horario.

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