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    Mujeres apasionadas (2003) ya venía con la fama de Lazos de familia (2001). Ambas escritas por Manoel Carlos consagraron el estilo pseudos-realista y poco movido que él había ensayado antes en Historia de amor (1995) y Por amor (1997), mucho más ancladas en las estructuras clásicas.

    Aquí, el jeque de Leblon se superó con creces. Además de hilvanar una historia confusa, sin eje, ni rumbo, se dio el lujo de abusar de nuestra paciencia, con un presunto retrato de la realidad (de los ricos y famosos).

    Como en las historias anteriores, cargó la mano en la polémica y el elemento social, casi periodístico. Pero se olvidó de escribir la novela… Capítulos enteros desperdiciados en conversaciones artificiosas, diluyendo en sacarina temas que podrían ser interesantes si fueran tratados de otro modo.

      
    Lesbianismo, violencia doméstica, prejuicio social y contra los ancianos, celibato católico, alcoholismo, diferencias de edad en las relaciones, celos enfermizos, violencia urbana y cáncer, se vuelven nada en la pluma de Maneco que baratea cualquier asunto. Filosofía de supermercado al alcance de una masa predominantemente conservadora jugando al progresismo.

    Y para variar: tedio y más tedio, durante decenas de horas.

    Señora del destino (2004) fue una novela media, con buenos personajes y algunas situaciones interesantes. A diferencia de los autores previos, Aguinaldo Silva, cambió de estilo y procuró mantener el interés todo el tiempo. Sin embargo, para el ser el mayor éxito de la historia (en términos de público, no en términos de puntos), fue una trama tibia, sin el fuego de una gran telenovela.



    Empieza con el clásico robo del bebé (repetido desde Moisés en la Biblia y magnificado, sin duda, en el campo del melodrama, por El derecho de nacer, de Félix B. Caignet). Y antes de entrar en ‘materia’ demora bastante, visto el caso que Nazaré (Renata Sorrah), la gran villana, sólo reaparece en el capítulo 20 y tanto.

    Casualidad o no, aquí vemos nuevamente a Adriana Esteves, interpretándola en la primera etapa (reparen que todas estas historias tienen dos fases: una más corta de introducción, y la básica).       

    De nuevo política. De nuevo críticas veladas o explícitas. Elementos populares (o populacheros). El foco en la familia. La comida. Las relaciones comunitarias. La masa ‘reflejada como ella es’ (o al menos quisiera). Los capítulos de moderados a intensos (aunque nunca como un Gilberto Braga en sus buenos días).

    El tema ‘homo’, reflejado en su lado femenino (el único que los hombres toleran, pues los excita). Una madraza que lucha por el bienestar de sus hijos y por recuperar a su Lindalva querida. El suburbio como foco (no fue Avenida… la primera).  

    Su éxito es menos mediático que el de Mujeres… pero tampoco se justifica el superlativo ‘La mayor’. Señora… despegó con grandes ratings. Y los mantuvo. Lo cual es inusual. Sólo América (2005), de Glória Perez, perdía en términos de audiencia: 49 puntos de promedio. Tampoco muy justificados, dicho sea de paso.

    Muy diestra en el lenguaje novelero, pero poco organizada para expresarlo, la Pérez sembró miles de temáticas y núcleos regados por el mundo que alternaba de forma caótica (igual que luego pasaría en India, una historia de amor). Pero eso no alejó al público que toleró todas sus audacias temáticas.

    Pena que en el mundo no haya un soporte publicitario para sustentar un éxito artificial, como a menudo sucede en Brasil. América pasó sin pena ni ‘gloria’ en la mayoría de los mercados e incluso fue levantada en algunos.

    Páginas de la vida (2006), de Manoel Carlos, ya experimentó el cansancio del público. Después de un altísimo Ibope en sus primeros capítulos, la historia de la niña con Down demostró todas sus flaquezas.

    El mismo mundo edulcorado. Las mismas polémicas estériles con toque color de rosa. Sólo Santa Rita, abogada de los imposibles y personaje reiterado, era capaz de mantener a flote este barco lleno de personajes, pero sin rumbo. Eso no le restó credibilidad frente a un público que aún hoy la recuerda con cariño y lo que es peor ¡como una gran telenovela!


    Siguió una era de bajos números (por reajuste del Ibope). Y en ella, cualquier novela que pase de los 35 puntos se considera exitosa. Qué decir entonces Fina estampa (2011) y Avenida Brasil (2012) qué sorpresivamente remontaron las cifras esperadas y coparon la atención de los espectadores.

    El éxito de la primera se comprende. Pero de la segunda no. Aguinaldo retoma el clásico arquetipo de la mujer batalladora (Raquel – Vale todo, Maria do Carmo – Señora del destino) y los desvelos para mantener unida y a salvo la familia. Menos exaltada por la crítica que su sucesora, Fina… fue solar y positiva, lo cual ayuda mucho a la identificación.

    Sin embargo, Avenida… bebiendo en el clásico argumento de venganza (como vimos en un trabajo al efecto, pincha en el link) y ¡claro! del niño secuestrado y abandonado que regresa para recuperar lo suyo, se regodeó en una historia negativa de arriba abajo, oscura en términos visuales y con un desarrollo pobre (a pesar de los golpes de efecto).

    Y es justamente lo que más llama la atención que la historia – casi un plagio de Revenge, hecha por la ABC – que no haya ni un solo momento para la esperanza que siempre fue el plato fuerte del folletín. Ante la decepción de la vida cotidiana, la telenovela latina siempre brindó ilusión como consuelo. Pero en esta todo es maldad. 


    ¿Qué conclusiones nos queda sacar después de analizar, someramente, todas estas historias?

    Que el éxito se lo dieron justamente aquellos que no gustan de las telenovelas, pues la mayoría, a pesar de sus raíces folletinescas, violaron los más sagrados postulados de las mismas.

    Contingentes emergentes que se sumaron al público cotidiano, ese que en los tiempos ‘normales’ daba los 40-42 puntos de base (hoy 30-35) y que aumentaron, artificialmente, sus indicadores hasta ponerlos por las nubes.  

    En cada uno, el suyo. Los cibernéticos, los campesinos, los suburbanos, los patriotas, los socialistas, los ecologistas, los gays y un largo, pero largo etcétera. Pero todos con la pretensión de que estaba viendo ‘algo diferente’, digno, por tanto, de ver (diferente de esos culebrones ‘insulsos’ que ‘sólo pretenden entretener’).

    Basta sólo revisar los comentarios de la época para darse cuenta de que las novelas rechazadas o de mediana repercusión eran tachadas como convencionales, repetitivas e incluso ¡malignas! (como muchas veces se dijo de Paraíso tropical, Passione o Insensato corazón).

    Nadie vio los excesos de perversidad de las historias de João Emanoel Carneiro que es, de todos, el autor que más taras refleja en sus personajes los cuales hace, con todo propósito, retorcidos y poco atractivos (véase también La Favorita, otra exaltada a la categoría de las grandes).

    Ni se reparó en los clichés que de tan reiterados llegan a ser ofensivos a la inteligencia humana.  

    No valen por su esencia, sino por lo que las adorna. Y en el extra, es que se montan los pasajeros ‘pasajeros’ de este tren que se llama telenovela… 

    ¿Son las peores...? (I)
    Parece loco, pero sí ¡las peores novelas, dan más rating! ¿Alguien puede decir lo contrario viendo los exitazos de la Globo los últimos 20 años?

    No sólo son las de peor guión, pobre historia y puntos de vista más retrógrados ¡sino las más aburridas! lo cual, sin duda, es el pecado capital de cualquier televisión.

    El público, generalmente, no tiene herramientas para decodificar las tramas más allá de ‘me gusta o no’. Los especialistas, quizás, tengan un poco más de elementos para analizar una telenovela y apuntarle valores y defectos.

    Pero algo no falla: si te sientas ante la pantalla y nada sucede y así durante nueve largos meses, lo lógico es que apagues el televisor o cambies de canal. Pero en Brasil no ha sucedido así. Muy por el contrario. Veamos… 


    Renacer (1993), Benedito Ruy Barbosa. El mayor éxito de la década. Con un promedio de 60 puntos y altos picos, contaba la historia de Mariana que viene a cobrar venganza (!) de José Inocencio (Antonio Fagundes), un coronel baiano, que ella responsabiliza por la quiebra y muerte de su abuelo Belarmino (José Wílker).

    La actual Carminha (Adriana Esteves), era la responsable de conducir esta vendetta, que a pesar de un comienzo auspicioso (más por la poesía general y el remedo de Pantanal, éxito de Barbosa en la Manchete), se deshizo en interminables y somníferos capítulos.

    La historia sencillamente se desinfló. Dejó de existir. Mucha violencia verbal (bien al estilo de Benedito). Muchas conversaciones pseudo-trascendentes y generosas dosis de crítica social. Es obvio, que la desigualdad es tanta, que por cualquier lado que aflore, prende a un espectador carente de voz.

    La actuación de la Esteves – hoy en el team de los grandes – tanto irritó a Ruy Barbosa, que sencillamente ¡la desapareció! Sin explicación, sin muerte. Sólo desaparecida.

    No hablemos del hermafroditismo de Buba (Maria Luiza Mendonça), las videncias de Ignacia (Chica Xavier), las complejas relaciones familiares y políticas del coronel Teodoro (Herson Capri), la huérfana Teca (Paloma Duarte), cuyo personaje era tan ‘intuitivo’, que se escribía apenas a base de ¡intuiciones!

    Tan contestatario a los poderes constituidos, el autor, jamás hundió el bisturí más allá de lo que un público intolerante y conservador toleraría. Por ello, a pesar de la crítica velada al celibato de los curas, no hizo más que mostrar el romance entre el padre Livio (Jackson Costa) y Joaninha (Tereza Seiblitz). El matón del otro Jackson (Antunes), vio el mismo destino que luego tuvo en Terra Nostra… evaporarse en escenas de relleno.

    El triángulo amoroso entre padre/hijo y madrastra (idéntico al de Pantantal), tampoco cuajó. Si por él fuera, habría repetido el mismo trío de su éxito anterior. También se repitió – hasta el cansancio – la historia del diablo en la botella (proveniente de Paraíso, que él nunca pensó rehacer, pero sucedió en 2009).

    Tián Gallina (Osmar Prado) se fue, dicen, por problemas con la producción. Pero hay quien afirma que hubo presiones de la alta cúpula de Brasilia.

    Aún así la crítica la exaltó. El público se enamoró. Y Renacer quedó en la memoria, no sólo como un gran éxito, sino una tremenda telenovela.

    También de Benedito Ruy Barbosa fue El rey del ganado (1996), en que volvía a repetir elenco y defectos. Nuevamente un comienzo marcado por cierta poesía popular. Esta vez, es Romeo & Julieta, a la brasileña. La primera semana, con estética de cine y algo de acción. El resto, ya mucho más convencional, hecho al gusto del estado de São Paulo, con sus rodeos y música sertaneja.

    Amén del clásico argumento de los bandos en pugna, se suma la historia de la Cenicienta: chica pobre, quiere chico rico. Todo disfrazado con aires sociales y de modernidad. Luana (Patrícia Pillar), es la nieta del clan Berdinazzi, enemistado con los Mezzenga, al cual pertenece Bruno (Antonio Fagundes).

    La joven, ruda y sin educación, es parte de los trabajadores sin-tierra que terminan invadiendo una de las tantas haciendas del Rey del ganado. Entre ambos, surge el amor, a pesar de sus limitaciones, los abismos sociales y el parentesco.

    Una vez más, el autor parecía venir con todo: hablaba de preservativo, aborto, droga, adulterio, política y reforma agraria. Todo en dosis pasaderas para un público que no quiere saber nada de eso.

    Los sin-tierra, aparecen por primera vez en la Globo. En forma novela. No noticiosa, pues el Jornal Nacional no se atreve a emitir reportajes al respecto. Sólo después que el asunto se convierte en ‘ficción’, es que empiezan a aparecer notas sobre el tema.

    Benedito no sólo repite historias, sino se repite al olvidarlas y convertirlas en bagazo. Si en la versión internacional (con casi 70 capítulos de menos), fue tediosa ¡qué decir en la original!

    Bruno Mezzenga estuvo semanas perdido en la selva. Rafaela (Glória Pires), de gran villana, sencillamente desapareció para los finales, después de par de intrigas bobas. De escandalosa, la relación entre el Senador (Carlos Vereza) y la criada, pasó a engrosar la lista de viejos con amantes jóvenes de Ruy Barbosa.     

    Y nuevamente el mismo resultado: ¡una gran novela! Aplaudida por público y crítica en una unanimidad sospechosa.


    Le sigue en la lista Terra Nostra (1999-2000), del mismo autor, que a pesar de ya mostrar signos de fatiga, fue un hit internacional. Una vez más un comienzo auspicioso con los elementos, incluso actores ya conocidos.

    Nuevamente Antônio Fagundes y Raul Cortez (el magnífico Geremias Berdinazzi de El rey…). Nuevamente inmigrantes italianos (Los inmigrantes, Vida nueva, El rey del ganado). Nuevamente gente linda. Nuevamente una historia con sabor melodramático (la pareja que se ama, pero no puede amarse, el hijo arrancado, que como veremos, fue una constante en los éxitos posteriores).

    Con mucho mejor mano que en sus predecesoras, Ruy Barbosa tejió una historia atractiva, aunque igualmente reposada. Dicen que tenía otros planes. Pero Terra Nostra cayó estrepitosamente del episodio 30 hasta el final. Eso no le impidió reinar en las tardes y noches de muchos canales del mundo, probando que unos ojos verdes halan más que cualquier historia interesante. 

    (continúa...)

    ¿Son las peores...? (II)
    Brasilescopio reproduce, una de las primeras reacciones de la crítica cubana a Avenida Brasil. Obviamente, hubo algo que los 'especialistas' brasileños no vieron... Lo que sí está claro es lo que los de aquí no ven.

    Por Joel del Río* (digital@juventudrebelde.cu) 
     
    La Televisión cubana, y otros medios de comunicación, se hicieron eco de la publicidad que rodea a la telenovela Avenida Brasil que se cuenta entre las más populares del monopolio audiovisual brasileño. Mas, ninguna novela puede enhebrar «cientonosécuantos» capítulos, con un mínimo de coherencia, empleando solo como argucia el ánimo vengador de su protagonista

    En la tentativa por lograr personajes positivos y negativos cada vez más espectaculares y atrayentes, o de enredar a tales protagonistas en una trama asombrosa e insidiosa, la telenovela brasileña pudiera llegar a sacrificar por completo la base moral que sostuvo 200 años de melodrama operístico, literario, teatral, cinematográfico y radiofónico. A juzgar por Avenida Brasil pudiéramos estar en presencia de un nuevo tipo de telenovela que renuncie flagrantemente a la educación ética y sentimental del público en tanto se embellece, se tolera y se aceptan el rencor, la deslealtad, la vileza y el delito, mientras se presenta cierto estereotipo del suburbano carioca, devorador de arroz con frijoles, tomador de cerveza, aficionado al chisme y la irreverencia, ruidosos, parlanchín y mal educado.

    Sobre la premisa argumental de «hasta dónde se puede llegar para aplicar la justicia por tus propios medios», ocurría en los primeros capítulos una historia de humillación por parte de una madrastra mala, a lo Cenicienta, y luego aparecía el ingrediente de la venganza, que emparenta la trama con la de Hamlet, El conde de Montecristo y con centenares de thrillers norteamericanos. Porque la telenovela que está llegando a nosotros tres veces por semana gastó sus mejores municiones al principio, en los primeros 15 o 20 capítulos, cuando la trama se movía entre el pasado y el presente, y parecía que los personajes seguirían alguna lógica, al menos, la del melodrama, con aquella niña sufriente y maltratada que regresaba para hacer justicia. Pero después, el guion se ocupó en acabarnos con la paciencia, y menospreciar la inteligencia del auditorio.

    Con una correcta dirección de Ricardo Waddington, que destaca a veces por su visualidad sofisticada, con matices cinematográficos y hasta documentales, sobre la base de un guion demasiado estirado y previsible de João Emanuel Carneiro (creador también de La favorita), Avenida Brasil abusa sin control, en su estructura dramática y planteamiento de los conflictos, de situaciones casuales, excesiva discreción de personajes que solo guardan el secreto mientras le conviene al guionista, gente que escucha todo el tiempo detrás de las puertas, personajes que gritan sus secretos más oscuros, chantajes facilísimos y fidelidades inauditas. Y todas estas circunstancias solo cumplen el propósito de alargar de manera inmisericorde el tema «serio» de la identidad encubierta de Rita-Nina, o el triunvirato de adulterios que sostiene Carlitos (Alexandre Borges).

    La villana absoluta está beneficiada por los desbordes de sobreactuación suministrados en cada capítulo por Adriana Esteves, quien ha sabido moldear una de las mejores malvadas de la telenovela brasileña, junto con Gloria Pires en Vale Todo (1988), Renata Sorrah en Señora del destino (2004) y Patricia Pillar en La favorita (2008). Pero hablando del personaje, ya no de la actriz, es preciso decir que creerse las patrañas y fingimientos constantes de este monstruo requiere, en primer lugar, de un público postrado intelectualmente, incapaz de aplicarle a la trama la lógica más elemental. Y en segundo lugar, las barbaridades de la rubia peligrosa ocurren solo gracias a la imbecilidad innata y la ignorancia de los buenazos que la rodean.

    La venganza de Nina, ejecutada dentro de la propia casa de su peor enemiga, contiene demasiadas situaciones que violan incluso la tradicional ilógica telenovelera. Y no es que se trate de una antiheroína, sino que más bien fueron incapaces de perfilarle matices de nobleza trágica a su venganza. Ella cumple a cabalidad su papel de mentirosa, adulona y cómplice, renuncia a su realización personal, perjudica a sus amigos y seres queridos en una venganza tan ruin como necia, mientras se reitera hasta el ridículo aquellas náuseas en el inodoro, y sus lavados de manos para tratar de purgar una decadencia que evidentemente está disfrutando. A todo ello se agrega que Nina está mal defendida, con un repertorio de tres muecas para expresar tristeza, y dos mohines para la alegría, por Débora Falabella, cuya extraordinaria fama apenas puede cubrir su tendencia a interpretar cualquier papel desde lo monocorde e inexpresivo.

    Mis lectores alegarán que siempre quedarán los últimos capítulos como oportunidad para la redención, el arrepentimiento y hasta la reconciliación entre estas dos mujeres tenaces que perdieron todo sentido del límite, pero de nada valdrá tal instante de satisfacción y catarsis, si ya nos machacaron con decenas de capítulos donde la heroína perdió toda su integridad, y sin beneficios de ninguna índole, porque Rita desciende y se desmoraliza, sin que Nina gane ni un ápice de complejidad, o de capacidad para convencer al espectador de sus buenas razones. Y ese es el problema que perjudica toda la trama, ningún personaje parece estar en trance de mejoramiento, o crecimiento moral, mediante el sufrimiento. Los móviles dejaron de ser el amor imposible y la pasión no correspondida. Aquí las fuerzas motoras de la acción se localizan en el cuadrado equilátero: miedo, dinero, venganza y lujuria.

    El ánimo mendaz que anima a casi todos los personajes de Avenida Brasil (le recomiendo el simple ejercicio de analizar las relaciones entre los principales personajes y salta a la vista que casi todos mienten, engatusan y manipulan a sus parejas y familia) se extiende a los elementos de puesta en escena. Algunos cronistas despistados asumieron el «realismo» con que se presenta la marginalidad, sin parar mientes en que el pintoresco y casi pulcro Tiradero fue construido escenográficamente en un amplísimo y bien equipado foro de la televisora O Globo. Y no es que estuvieran obligados a filmar en alguna de las numerosas favelas cariocas, pero la sofisticación aplicada a la miseria demuestra que en este tópico, como en todo lo demás, Avenida Brasil falsifica la imagen de la miseria, y la presenta de manera agradable, e incluso glamorosa con esas lindas paredes hechas de latas y botellas recicladas.

    Por supuesto que el guion tampoco es tan incorrecto políticamente como para dividir buenos y malos en dependencia del sexo o del estatus económico. Pero semejantes libertades se tomó Dickens para describir a sus delincuentes en Oliver Twist hace como 150 años. Y así, Lucinda y Nilo, o Tifón y Carmiña, simbolizan respectivamente a Eros y Tánatos, la eterna pulsión de la vida y el amor en lidia perenne con el odio, la muerte y la desintegración. Pero la tirantez entre estos personajes muchas veces se difumina en tanto «los buenos» son ambiguos, despistados, ciegos, impotentes por completo para cambiar algo o carecen de fuerza para contender con la maldad. De modo que la intensidad del conflicto se mengua a favor, otra vez, de los infames, y el triunfo de los malos, o su capacidad para corromper provoca cierta sensación de incomodidad y desconcierto en un género donde la transmisión de valores y de conocimiento suele marchar a la par con la inclinación al entretenimiento.

    La Televisión cubana, y otros medios de comunicación, se hicieron eco de la implacable publicidad que rodea a una telenovela que ya se cuenta entre las más populares y vendidas de cuantas ha producido el monopolio audiovisual brasileño. Debemos confesar que cualquiera se impresiona con aquella propaganda sobre «la telenovela que paralizó un país», el tremendo impacto en las redes sociales, o aquellas sentencias de ciertos críticos respecto a la burla a que son sometidos el mal gusto y la incultura de la clase media alta (nuevos ricos de la zona norte), y la sátira en sordina del machismo carioca. Si bien la chanza aplica en cuanto al ídolo futbolístico cornudo, al anciano con mujer joven, a los varones que solicitan de sus mujeres relaciones serias y estables, y a ciertos galanes lujuriosos y descerebrados, todo ello empalidece ante la sacralización del machista incontinente que es Carlitos, y de la mujerona promiscua e interesada que es Suelen, en tanto sus experiencias se presentan como posibles, justificables y hasta graciosas. Conste que los apuros de la prostituta barriotera y el prostituto de clase alta aparecen bajo el prisma empático de la comedia. Y aunque nadie se ría a estas alturas con los apuros ocasionados por la lujuria, es posible que los trucos del fauno embustero y la deslumbrante meretriz sean admirados por algunos cubanos y cubanas.

    Respecto a la sobrestimada crítica social presente en Avenida Brasil, solo puedo decir que la serie se atreve a mofarse de un proceso de ascenso social que sus predecesoras idealizaban. Aquí los pobres también se vuelven ricos, y ascienden en la escala, pero los que eran malos, siguen siendo malos, incluso empeoran con el espantoso barniz dorado que le aplican a sus máculas. Es cierto que los héroes y sus oponentes son todos gente de pueblo, y se abandonan las tradicionales playas de Copacabana o Ipanema para mostrar la vida en los barrios humildes o periféricos (la avenida Brasil del título es una vía que comunica el mar con los barrios del norte, y une todo tipo de vecindades). Pero todo ello no me basta para explicarme el éxito, porque el suburbio se presenta en los mismos términos de grosería y pintoresquismo en que lo presentaban otras telenovelas.

    Aunque siga sin comprender las razones de la locura que llevó a 38 millones de brasileños a devenir fanáticos de Avenida Brasil, me parece lógico que el final registrara un récord de 49 puntos de audiencia, porque después de tantas horas perdidas en la dinámica de Nina —que primero le da un masaje a su detestable patrona y luego estriega sus manos con jabón (como si no fuera más fácil y económico abstenerse de tocarla)— ya el espectador necesita presenciar la justicia cumplida, la venganza ejecutada, y que ruede por los suelos la oxigenada cabellera de Carmiña, para que pague por todo el mal que le hizo a la pobrecita huérfana, devenida aquí oscura Erinia cuyo errático comportamiento incluye, quizá, a lo mejor, tal vez, el perdón y el olvido por tanta ignominia.

    Allá los que se crean que el ánimo vengador de Nina es algo más que una grotesca argucia para enhebrar «cientonosécuantos» capítulos, y en cada uno de ellos presentar una revelación supuestamente trascendental para la trama. Ninguna serie puede sostener durante tanto tiempo, con un mínimo de coherencia, semejante crescendo de emociones. Avenida Brasil tampoco lo logró, y asumo la polémica que tal vez genere esta opinión.

    http://www.juventudrebelde.cu/cultura/2013-12-21/la-avenida-de-la-venganza-fatigosa/

    *Joel del Río, es un renombrado periodista cultural cubano, especializado en audiovisuales. Su trabajos aparecen en Juventud Rebelde, La Jiribilla y el sitio de la Escuela Internacional de Cine, Radio y TV, donde ha colaborado también como conferencista.
    Solar y musical (foto mundonovelas.com.br)
    Por: Pedro H. Couto (especial para Brasilescopio)

    Agua Viva es buena, pero aquellos no fueron buenos tiempos. Es claro que hay cosas interesantes de ver, como la jerga, las costumbres (que me hacen pensar en lo pesado que está el brasileño hoy en día), pero, en general, la imagen que la novela pasa de la época es pésima.

    Los personajes siempre tienen miedo de ser asaltados, aún viviendo en barrios nobles. Los ricos son muy ricos y los pobres, muy pobres, casi todos los personajes, en menor o mayor grado, pasan por dificultades financieras, y son pocos los que tienen estudio, aún entre los ricachones. En esa época, Braga era acusado de no retratar la “realidad” del país. Ni fue preciso, el tiempo se encargó de hacerlo (el autor decía jocosamente que fue la novela en que más habló de dinero, N.E.).

    A pesar de la censura de los militares, Agua viva, da un razonable margen para discutir temas polémicos. Hay poquísima violencia. El sexo sólo sugerido, como una idea abstracta. Así como la traición, lo que hace la novela hasta más sutil.

    Ejemplo: la escena en que Ligia, tras conversar con la amiga Selma (Tamara Taxman) sale del plano, ésta continúa en foco con una sonrisa en los labios. Ambas hablaban de la reconciliación con el marido y la sutil sonrisa de Selma es la única ‘prueba’ de que hubo adulterio. Algo que sólo sería especulado durante algunos capítulos tras la separación de Ligia y Heitor (Carlos Eduardo Dollabela). Eso no impidió que Ligia le diera una paliza a la “amante”.

    Braga solía decir que peor censor que la censura era el propio público, reaccionario (¿será que eso cambió?).

    Agua Viva es una novela solar porque tenía el windsurf, la pesca deportiva y el topless como telón de fondo. Tiene varias escenas en la playa y el mar, o sea, externas, lo que era todo un lujo en aquel entonces.

    Era además, una novela ‘musical’. Dicho adjetivo lo ganaba gracias a la banda sonora. El slogan de la historia decía: “Agua Viva: una novela para usted ver y oír”.

    Grandes clásicos de la música brasileña escuchamos durante la transmisión de la misma. Entre ellos Grito de Alerta (de Gonzaguinha, en voz de Maria Bethânia) y Menino do Rio (tema de apertura de Caetano Veloso, cantado por Baby Consuelo). Los LPs nacional e internacional tuvieron grandes ventas (la BS Nacional, según datos, vendió cerca de un millón de copias, N..E.).

    En aquella época sin canales musicales e Internet, la divulgación de una canción en una novela era esencial. Y el folletín ofrecía varios minutos para el público apreciar la canción, especialmente, en escenas en que Nelson y Ligia están medio sentados, medio acostados, tristes y pensativos.

    En el capítulo 30, la fatiga volvió a apoderarse de Gilberto Braga, que convocó entonces a un ayudante. A partir del capítulo 57, Manoel Carlos (Por amor, Lazos de Familia) pasó a ser su colaborador.

    Braga dijo que las personas no lo aceptaban, que él estaría “cediendo su novela”. Hasta Janete Clair (Padre Héroe, autora a quien el personaje homónimo rinde homenaje) llegó a ofrecerse para ayudar a Gilberto, pero en secreto.

    Otras libertades que supongo haya tomado el autor, en relación al paradigma novelero, fue hacer capítulos en que algún protagonista no apareciera y hacer que Ligia y Nelson dieran el primer beso tras el 20º (la regla de Clair era hasta el 14º episodio).

    Agua Viva se volvió moda, terminó con media de 90 puntos en el Ibope. Con sólo 34 años, Gilberto Braga subió al trono del Rey de las telenovelas, considerado el mejor discípulo de Janete Clair, y por la propia, “el mejor de todos nosotros”. Sin dudas el mayor premio que un autor de novelas podría ganar.

    Hoy, 33 años después, una nueva conquista: es escogida por el público para ser repetida en el Canal Viva (cable) y es un éxito de audiencia, que le valió, incluso, un día más de exhibición (el sábado), para que podamos acordarnos de los tiempos áureos de la TV, aunque la época no haya sido de las mejores.

    O de cómo las malas épocas dan buenas telenovelas

    Por: Pedro H. Couto (especial para Brasilescopio)


    Tras concebir su primer gran éxito Dancin’ Days, Gilberto Braga le hizo a la dirección de la Rede Globo una rara solicitud: ¡no escribir nunca más una telenovela! ¿Cuál era el motivo de tal inusual petición?

    Pues el cansancio que experimentó después del capítulo 30. Hábiles, los ejecutivos le dijeron: “Una más, Gilberto”. Y Gilberto aceptó. Eso fue en 1979. Pero Braga sólo podría tomarse unas ‘vacaciones’ rerales en los 90 (cuando cayó en desgracia tras su fallido El dueño del mundo, N.E.).

    Contrariado o no, el célebre autor de Vale Todo – con que cerró su década en alza definitiva – fue capaz de enmendar varias historias seguidas. Y todas con altos números de audiencia. Empezó con la solar y musical Agua viva. Le siguió la caótica Brillante (1982) (un poco menos popular), la melodramática Loco amor (1983) y la misteriosa Cuerpo a cuerpo (1984).

    Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Agua Viva es hija legítima de Dancin’ Days. No sólo las imposiciones de la Globo, sino por elencos y situaciones semejantes, a lo que se sumaba la experiencia que Braga había adquirido en la novela ‘disco’, gracias a la cual, la élite carioca, lo acogió en su seno.

    Eso, según palabras propias, le posibilitó conocer las idiosincrasias de los ricos y hacer la primera novela con ricachos de verdad, y con el requinte que luego se volvió su marca registrada.

    Agua viva, se estreno el 4 de Febrero de 1980 (apenas un año después que Dancin’…), con el mejor elenco disponible en la época. Bajo la dirección de Paulo Ubiratan y Roberto Talma, desfilaron por la pantalla Betty Faria (Tieta), Reginaldo Faria (El Clon), Raul Cortez (Terra Nostra, en su estreno ‘global’), Ângela Leal (Pantanal), Lucélia Santos (La Esclava Isaura), Glória Pires (Mujeres de Arena) y Beatriz Segall (Vale Todo).

    La historia fue un éxito instantáneo. Y se entiende. Creó modismos, como el windsurf, y polémicas, como el topless. Su trama giraba en torno de un tema que se volvería recurrente en la obra de Braga: la rivalidad fraternal.

    Ya en Dancin’ Days, el escritor le había sacado lascas al asunto, con la guerra entre Julia Matos y Yolanda Pratini (interpretadas, respectivamente por Sônia Braga y Joanna Fomm) (N.E.). Esta, era la vez de los hermanos Nelson y Miguel Fragonard. 



    Miguel Fragonard (R. Cortez, a la izquierda) sería la primera víctima del ¿quién mató? de Gilberto Braga
    Nelson (Reginaldo Faría, der. foto) es un vividor que nunca ha trabajado y se mantiene gracias a la herencia paterna. Una crisis existencial lo asola cuando descubre que puede ser padre de la huérfana María Helena (Isabela Garcia) y es víctima de un golpe que lo priva de todo su patrimonio.

    Por su parte, Miguel (Raul Cortez, izq. foto) es un renombrado cirujano plástico que lleva una vida feliz hasta la prematura muerte de su esposa Lucy en un accidente.

    En medio a turbulencias tales, ambos se enamoran de Ligia Prado (Betty Faria), que también pasa por sus propios conflictos.

    Ligia, es la típica alpinista social que proyecta sus ambiciones y frustraciones en el marido. Esto acaba desgastando sus dos primeros matrimonios. Esta mujer plena, compleja y no exenta de humor, decide, tras el segundo divorcio, tomar la iniciativa, vencer por su propio esfuerzo y no volver a mezclar la vida afectiva con la financiera.

    Pero los giros de la trama, invariablemente, habrán de apoyarse en esas inseguridades: ¿ser una mujer dependiente de hombre o caer en su patrón de vida, amén de fracasar como mujer y madre? No es sólo cuestión de dinero, es afirmarse como individuo, tener una profesión, estabilidad, reconocimiento... Eso no sólo dicta los caminos de este triángulo amoroso, sino los de varios personajes de la novela. Pero están esos que huyen de la curva.

    Gilberto Braga fue fiel en su retrato de las clases sociales, yendo más de allá del estereotipo del ‘rico’ o el ‘pobre’.

    La excéntrica Stella Simpson y los dos hermanos Fragonard
    Aquí tenemos al rico exagerado, como Stella Fraga Simpson, un personaje real y carismático gracias a la naturalidad que le impregnó la gran Tônia Carrero, que consideró éste, su mejor trabajo en la TV.

    Está el rico low profile, como Miguel y Lucy Fragonard, millonarios, cultos y “simples”. El rico quebrado y soberbio, como Lourdes Mezquita (Segall).

    Ligia viene a ser la nueva rica (al punto de volverse ‘ex’). ¿Y acaso no había en 1980 una (pre) nueva clave C en el barrio noble de Leblon? Gente de origen humilde, que subió en la vida y, aunque intente emular hábitos de los ricachones, no consigue abandonar el comportamiento de clase-media.

    Márcia (Natália del Valle) los clasifica como “cafonalha” (juego de palabras en portugués, entre cafona – cursi y canalha – canalla). Braga utiliza la división de clases para crear conflicto, como en el par romántico Janet (Santos) y Marcos Mezquita (Fábio Jr.).

    Las familias de ambos tienen valores completamente retrógrados y equivocados. La madre de Marcos, Lourdes, planeó una carrera brillante para el hijo cirujano y, para ella, sería providencial su boda con Sandra Fragonard (Pires). 

    El ensayo de Odette Roitman (Lourdes y Marcos cara a cara)
    Ya la familia de Janet forma parte de la “cafonalha” y no logra entender cómo una chica podría no querer casarse con el millonario Bruno Simpson (Kadu Moliterno) por causa de un médico hippie. Su madre (Aracy Cardoso) llega al punto de decir que recibir flores de Bruno Simpson es mejor que ¡pasar en examen de ingreso a la universidad!

    Janet, por su parte, es una heroína rebelde, intelectual, progresista y feminista. Es la típica damita pesada, no por ser demasiado buena, sino por su exceso de cuestionamientos y el propio guión lo contrapone. Ese temperamento es, a la vez, cualidad y defecto, lo que, sin dudas, enriquece el personaje.

    El núcleo de Marcia y Edir (el inmejorable Cláudio Cavalcanti) es similar al de Janet y Marcos. Al contrario del hermano, Marcia es más parecida a Lourdes al anhelar el ascenso social. Y Edir consigue ser aún más rebelde que Janet. Él no tiene ninguna intención de formar parte de la élite y los dos viven en conflicto a causa de eso.

    En un capítulo Márcia quiere ir a una cena en la casa de Stella, y Edir prefiere ir a una conmemoración por el retorno de Mary (Maria Helena Pader) de un viaje. Él reclama que en la fiesta de Stella sólo habrá ricachos superficiales. La mujer replica, afirmando que en la fiesta de la “cafonalha” no habrá intelectuales. Pero Edir piensa que sí podrá sentir autenticidad e inocencia.

    Lo interesante es que el autor no transforma Edir (ni a Janet) en el dueño de la verdad. A pesar de estar correcto en varios aspectos, es evidente que hay en él complejo de inferioridad y prejuicios. La preferencia por estas contradicciones en Braga es evidente.

    Un toque polémico: actrices a punto de un topless en la playa
    Agua Viva discute la superficialidad de “ricos” (entre comillas, pues algunos sólo fingen serlo) y “pobres” (¡todos los cuales viven en el Leblon!). Lourdes necesita un falso reconocimiento, de banalidades caras y que su hijo tenga éxito, para superar la soledad y a suspensión de pagos. Y Stella puede tener lo que y quien quiera, pero es María Helena quien llena su vacío existencial.

    Pero hay un núcleo situado en el apartamento de jóvenes que salieron de la casa de los padres, que quieren ser independientes y libres, hacen topless y fuman marihuana (hay una escena en que ellos aparecen, incluso, produciendo la droga, que pasó inadvertida por la censura de la Dictadura Militar), y no se conectan con la clase social. En capítulos recientes, no obstante, Alfredo (Fernando Eiras) expresa el deseo de tener una casa sólo suya, organizada. Una vez más, un contrapunto interesante.

    Están, además los personajes que prefieren dar, como Sueli (Leal) e Irene (Eloísa Mafalda). 

    Sueli con la huérfana María Helena (la Daisy de Insensato corazón, 30 años después)
    La primera está siempre queriendo ayudar a alguien (principalmente, a Maria Helena y Nelson) y acaba olvidándose de sí misma, la segunda dejó de vivir su propia vida para cuidar del hermano y su familia.

    Todas esas sutilezas sólo fueron posibles gracias a las perfectas actuaciones y en buena parte a la libertad que les dio la dirección a los actores. Hoy en día, muchos de los guionistas de la Globo, se creen grandes artistas esculpiendo irrevocables obras-primas y abominan cualquier tipo de improvisación. En Agua Viva, sin embargo, no se editan los errores, ni las imperfecciones a la hora de hablar, dejándole preciosos minutos a la espontaneidad.

    (continúa...)



    Opciones

    ¿Será la primera vez que una emisora le da este chance a sus espectadores? Parece. El canal ecuatoriano ECUAVISA le ha dado al público la oportunidad de elegir qué telenovela ver en el Prime Time después del “éxito de Avenida Brasil”. 



    El televidente deberá ir por un camino, ya sea hacia el mágico mundo de Cuento Encantado o a la acción y venganza de Insensato Corazón, dice en su página promocional, que das tres modos de votar:
      
    1) .Entrar en Ecuavisa.com a la página de votación online con el link: www.ecuavisa.com/Avant-Novelier.

    2) Ingresar en la página de Facebook de Ecuavisa, dar click en el botón de Avant Novelier y poner Like al trailer que se prefiera.

    3) A través de Twitter usando el hashtag #CuentoEncantado o #InsensatoCorazón.

    Cualquiera piensa que en realidad son muchas opciones, cuando es todo lo contrario.

    Ninguna de las dos debe parecerle lo suficientemente fuerte, para colocarla al aire. Por eso, dejan que el público, resuelva su duda.

    No dejarían estas dos novelas en el congelador tanto tiempo. 


    ¡Ve promo aquí! 

    Cansado

    Manoel Carlos se confiesa cansado, sin más condiciones para hacer novela. De ahí que Em família, la próxima trama estelar de la Globo, sea su última producción del género.

    En entrevista a “El Estado de S. Paulo”, el autor habló abiertamente sobre el asunto.

    “Causó cierto revuelo lo que dije, parecía que iba a tirarme del puente Río-Niteroi, pero ya no tengo condiciones para hacerlo, es mucho sacrificio para mí”, dijo el azucarado autor brasileño.

    Maneco aseguró que caso se sienta muy extenuado dejará las historia en manos de sus colaboradores. En las negociaciones con Manoel Martins (director de entretenimiento), el novelista puso dos condiciones: que fuera más corta y que los colaboradores puedan asumir el trabajo.

    “¿Confía Ud. en sus colaboradores?”, replicó el directivo. “Íntegramente”, respondió el autor.

    Según él mismo, Em familia será más ágil – vamos a creerle – pero el estilo permanecerá intacto.

    ”Creo que debe tener de todo. Ahora, vean bien: mis audiencias no son pésimas. No seré un exitazo, pero sigo allí” (y que lo diga). (…) Ahora, no puedo dejar de mencionar que le di un poco más de ritmo a la cosas”, completa.

    En Familia saldrá a partir de febrero de 2014, tras Amor à Vida. 

    Maneco promete más ritmo
    Vengativo

    Hablando de Amor à vida (o Rastros de mentiras en español). Aunque calificado de malo (incluso pésimo), el guión de Walcyr Carrasco, es muy preciso en sus acotaciones.

    De acuerdo con Patrícia Kogut, columnista de O Globo, las indicaciones han de ser acatadas con rigor, so pena de sufrir la antipatía del escritor. Cuando esto sucede, el personaje puede morir o vejado en pantalla. Incluso pueden cambiar los rumbos de la historia.

    Marina Ruy Barbosa, por ejemplo, falleció tras la polémica de quedar calva o no. El personaje de la actriz murió y después se volvió fantasma. Según la ‘especialista’, habría una dosis de vendetta en todo esto.

    Quien se revela termina en fantasma

    Éxito de ventas

    La Globo anuncia a bombo y platillo los éxitos de La vida sigue. Contrario a lo que se esperaba, la novela de Lícia Manso, ha despertado el interés de los clientes internacionales y ya tiene ¡71 licenciamientos! (dos más que Insensato corazón, que junto a Río del destino – Araguaia – tenía las preferencias).

    Curioso es que la cifra en menos de mes y medio creciera de 11 a 71.

    La vida sigue sustituyó a José de Egipto (miniserie bíblica de la Record), en la pantalla de MundoFox. Desde este lunes 9/12 sale a diario a las 20h00.

    Recordemos MundoFox es la nueva cadena hispana de TV abierta de los EUA. Su cede queda en Los Ángeles, California.

    Por su parte, la historia saldrá el 6 de enero, en los mediodías de Guatevisión, Guatemala. La vida… reemplaza a Vivir la Vida, de Manoel Carlos.

    Según la Globo,  en Uruguay (Teledoce) y Ecuador (Ecuavisa), fue líder de su horario. En Costa Rica (Teletica), también lideró la audiencia del horario desde su estreno a fines de septiembre pasado.

    En Perú, el pasado 4 de diciembre dio [increíbles] 10,5 en el horario de las 9. Lo que al dejó en 11º lugar. India, quedó el 13º, con 9,9. El día anterior, fue India la que lo hizo mejor con 10,1 y La vida… quedó 9,9 en el lugar 13.

    Todo según Ibope-Perú, citada por El rating manda de FB.


    Sustituta

    Protagonizada por la misma Juliana Paes, viene Gabriela a sustituir a India, según fuentes oficiosas. La opción es muy comprensible. Mantener la atención a base de las figuras.

    La usurpadora

    Lado a lado, le arrebató el Emmy a Avenida Brasil. Es un hecho. Para muchos un sacrilegio. Pero la novela, con tintes históricos y baja audiencia de João Ximenes Braga y Claudia Lage, se hizo el pasado día 25 del Oscar de la TV.

    Junto a Fernanda Montenegro, la Dama de la actuación brasileña, la novela de las seis recibió el International Emmy Award, durante la gala realizada en Nueva York, EUA.

    Fernanda recibió el premio de Mejor Actriz por Dona Picucha, su papel en el especial de Globo Dulce Madre. Primera actriz brasileña en obtener el Emmy y la única ya nominada al Oscar, Fernanda recibió la estatuilla en el palco de la mano de Steve Guttenberg y se emocionó al comentar el significado del premio:

    Una gran dama
    “Estoy muy emocionada y ahora puedo confesar que estaba nerviosa. ¡Nunca imaginé ganar este premio! Me gustaría agradecer a la Globo, Jorge Furtado y todo el equipo. Hemos trabajado con mucho amor y mucha entrega. Este es un premio que pertenece a todos los que se han dedicado a este trabajo. ¡No podría estar más feliz!”.

    Por otra parte, Lado a Lado es una de las grandes apuestas para el mercado internacional el año próximo, dijo Ricardo Scalamandré, director de negocios internacionales de la Globo. Creemos que la trama cautivará al público alrededor del mundo, de la misma forma que lo hizo en Brasil (¿?).

    “Esta es una noche de celebración y nos gustaría felicitar a todos aquellos que participaron de la producción de la novela”, afirmó el funcionario.

    El director Vinicius Coimbra y los escritores Claudia Lage y João Ximenes Braga, de Lado a Lado de Globo.
    Desde que fue creada la categoría Mejor Novela por el Emmy Internacional en 2008, la Globo ha triunfado en cuatro de las seis ediciones con ‘India - Una Historia de Amor‘ (2009), ‘Lazos de Sangre‘ (una coproducción de Globo con SIC, en 2011) y ‘El Astro‘ (2012).

    Además de los premio de Fernanda Montenegro y ‘Lado a Lado‘, Globo recibió otras tres nominaciones al Emmy Internacional este año: ‘Avenida Brasil’ (novela), ‘How to Enjoy the End of the World’ (comedia) y ‘El Sucesor’ (serie dramática).

    Mala racha

    Los números del pre-prime-time siguen bajísimos. El otro día Joia rara bajó a 14 puntos y el programa policial de Dantena le pisó los talones a Além do horizonte. Se hizo un grupo de debate adelantado – en el cap. 18 – y el público apuntó desagrado por el elenco joven, aunque consideró ‘buena’ la novela. Los núcleos románticos ganarán más peso y las actuales líneas narrativas serán resultas, para dar paso a nuevas tramas.
    La Globo TV International publicó en días recientes la lista de sus lanzamientos en el 2014. Saltan a la vista los inexplicables - y hasta ridículos - cambios de nombres. Amor à vida, ahora es Rastros de mentiras (muy disonante en español), Salve Jorge es La Guerrera (más comprensible) y Sangue bom, se transformó en Laberintos del corazón (más mexicana imposible).

    Algunas podas han sido razonables. Se supone que dejen la novela en su punto perfecto. Lado a lado, con un Emmy a cuestas, pero bajo rating,  perdió 49 episodios, Sangue... 40, Flor... y Salve 39, respectivamente.

    Amor... sigue al aire y deberá rondar los 200, por ello quizás sea bastante editada (aunque es de las más largas de los últimos lanzamientos:Passione & Avenida Brasil tuvieron también 160).

    Se siente la falta de Guerra de los sexos (supuestamente en doblaje, pero fuera del catálogo... igual que varias otras historias como Amor, eterno amor o Aquele beijo que, aparentemente, quedaron en la heladera).

    Telenovelas


    RASTROS DE MENTIRAS (160 X 45’ HD)


    Paloma es una mujer perseverante cuyo bebé recién nacido es secuestrado por su propio hermano Félix, que planea ser el único heredero de la fortuna de su familia. Bruno es un hombre honesto que, la misma noche en la que pierde a su mujer y su hijo, encuentra milagrosamente a la hija de Paloma en un basurero. El destino tratará de unir sus vidas en una trama de secretos, revelaciones y disputas, con las consecuencias imprevisibles de vidas firmadas en una peligrosa y sorprendente red de mentiras.

    LA GUERRERA (140 X 45’ HD)


    Una emocionante historia de coraje y superación. Este es el papel que la vida reservó para Morena, una bella mujer de espontánea sensualidad y gran fuerza interior. Para escapar de una pandilla de tráfico humano y no arriesgar la seguridad de su familia, ella deberá pelear una dura batalla donde están en juego su libertad y su amor.

    FLOR DEL CARIBE (120 X 45’ HD)



    Ambientada en lugares paradisíacos, Flor del Caribe es una emocionante historia de amor y de aventura. Casiano y Ester, enamorados desde muy jóvenes, sufren un golpe traicionero de Alberto, falso amigo que consigue eliminar al rival y realizar su sueño secreto: casarse con la joven. Años después, para sorpresa de todos, Casiano regresa. Dado por muerto durante este tiempo, él ahora debe superar los más difíciles obstáculos para recuperar la vida y el amor que le quitaron.

    LADO A LADO (105 X 45’ HD)


    Ganadora del Emmy Internacional en la categoría “Mejor Telenovela”, Lado a Lado se centra en dos mujeres de origen y clase social diferentes: la valiente Isabel, hija de un ex esclavo y enamorada del practicante de capoeira  José María, y Laura, de familia pudiente y destinada a un matrimonio arreglado con Edgar. Además de una amistad inquebrantable, las dos compartirán un mismo ideal: la conquista de libertad en la conservadora sociedad de Río de Janeiro del siglo XX.

    LABERINTOS DEL CORAZÓN (120 X 45’ HD)

    La comedia romántica Laberintos del Corazón narra la historia de jóvenes de mundos y de personalidades diferentes cuyas vidas siguen caminos tortuosos en la búsqueda de sus sueños, mientras tienen sus valores enfrentados. Bento, Amora y Fabito, quienes convivieron en un hogar de adopción, se reencuentran años después y continúan enfrentando las diversas jugadas del destino. Entre ellas, un complicado triángulo amoroso que involucra a dos hermanas de perfiles completamente opuestos: Amora y Malú.

    MINISERIES

    EL SUCESOR (5 X 30’ HD)

    Nominada al Emmy Internacional, la miniserie El Sucesor muestra el drama y los conflictos de Paulo Ventura, un político honesto que ocupa

    de una manera accidental el cargo de Presidente de la República. Viviendo entre bastidores del poder, donde el aliado de hoy se transforma en

    el enemigo de mañana. Paulo descubre que gobernar un país, puede ser tan difícil como gobernar su propia vida.

    EL CANTO DE LA SIRENA (4 X 30’ HD)

    Conozca a Sirena, una hermosa cantante en cuyo mundo, la fama y la riqueza están entrelazadas con sentimientos de envidia y odio. Su asesinato en pleno carnaval indigna al país y la búsqueda del asesino revela un nuevo sospechoso cada día. La miniserie, un thriller con calidad de superproducción, lleva un ambiente de misticismo, sensualidad y suspenso que atrapa al telespectador hasta el inesperado final.

    SUBURBIA (8 X 30’ HD)

    Suburbio de Río de Janeiro, inicio de los años 90. En este ambiente marcado por la desigualdad y por la violencia, transcurre una historia de amor y superación. Ella es Concepción, una joven bella, sensual y soñadora que, sin comprometer su integridad, supera los obstáculos de un pasado dramático y se convierte en musa Funk y Miss Suburbia. Él es Cleiton que, arrastrado por el deseo de venganza rompe la débil barrera entre el bien y el mal.

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