'Páginas de la vida': El mundo de lo (sumamente) previsible... o una Helena más


Por: Antón Vélez Bichkov

Quien anda sediento de emociones positivas y pocos sobresaltos tiene la salida perfecta en las telenovelas del brasileño Manoel Carlos. Contrario a su tan cacareado realismo – la vida misma, como él insiste en calificar sus novelas – en todo folletín con la firma de Maneco hay muchas caras lindas, cuerpos lindos, casas lindas y un sinfín de situaciones también lindas en que la sustancia, lo esencial, va aflorando en discretas oleadas, que van y vienen plácidamente, con el mismo sentido que lo hacen las olas del litoral carioca, es decir: ninguno.

La vida es una gran ‘telenovela’, sólo que sin ritmo, ni cadencia determinada. Las cosas lo mismo suceden, que no. Y puede ser que después de la monotonía de días siempre iguales, con horarios fijos y pocas emociones positivas, venga una racha de desgracias (en el más estricto sentido de la palabra), que nos hagan perder no sólo la fuerza, sino la fe en que Dios existe (¿será que eso es justo?, se dirán). Pena que el amor y las pasiones exacerbadas, por estos días, escaseen y, aunque mucho lo añores, pocas veces tenemos esos romances retumbantes que suelen conmovernos en este tipo de programas televisivos.

Así pues, Manoel Carlos, ha encontrado en esta irregularidad vital su fórmula. Más bien su justificación para no exprimirse el cerebro generando nuevas y atractivas situaciones. Quizás haya una mezcla de las dos cosas, en definitiva le funciona y a los ejecutivos de la Globo, lo demás, poco le importa. No les importa la falsedad de la premisa que por mucho que jure inspirarse y copiar la realidad, de real tiene bien poco. No les importa que se subviertan todos los principios de una teledramaturgia moderna y efectiva, que aunque no siempre sea artística, sí demuestra gran funcionalidad. No hace falta coherencia, hacen falta hechos y emociones, algo que prenda al espectador contemporáneo, cada vez más apático y difícil de complacer, durante nueve largos meses.

Pero Maneco pasa todo esto por alto. En definitiva no sólo tiene la bendición de la cúpula global, sino una rara afinidad con las audiencias, que aunque se saben traicionadas (todo el mundo entiende que ese universo color de rosa sólo existe de lunes a sábado, a las 21h00 y nada más cuando está en el aire la historia de alguna nueva Helena) y por momentos aburridos (no hay forma de entretenerse sin perder la paciencia con sus culebrones), siguen dándole puntos en el Ibope (Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística) e incluso fuera de fronteras.

Emociones, no se puede negar, que por aquí abundan, pero es que una trama novelesca no todo se puede construir a partir del lloriqueo y el rosa exacerbado.

“El cuartito está igualito” (estribillo de canción popular cubana, que denota la falta de transformación)

Ahora bien, la TV Cubana, teniendo en el tintero la opción de transmitir Belíssima, luego de la dilatada Mujeres apasionadas, prefirió emitir Páginas de la vida (también de Manoel Carlos) y así mantener esta estética edulcorada y saturada de falsedades, sólo por su gran carga didáctica. Se despreciaron los niveles de tolerancia que un público puede tener (y en Cuba no son pocas, habida cuenta que las novelas sólo se transmiten 3 veces por semana). Luego de casi 14 meses de Mujeres apasionadas, ahora vienen las Páginas de la vida, que deberán durar idéntica cantidad de tiempo, con idéntico repertorio se situaciones, actores y reacciones.

Volveremos a oír esos diálogos imposibles, impronunciables por un ser humano de carne y hueso, repletos de filosofía barata, un sinfín de ideas prefabricadas (está resumido aquí todo el repertorio ideológico de las amas de casa y las mujeres ‘sensibles’) y mucha, pero mucha sacarina. Vuelve la pugna poco inquietante de valores y antivalores. Pero no sólo.

Páginas de la vida es la cuarta telenovela de Maneco que veo y confieso, que cada vez me decepcionan más. Felicidad (1991), como Novela de las seis al cabo, no tenía muchas pretensiones y aunque su ritmo no era desenfrenado, se podía percibir una espina dorsal clara y definida. Por amor (1997-98) no la pude ver desde el principio y probablemente por ello no percibí ese sentido errático de la trama, al menos en los comienzos, cuando no está claro cuál va a ser el asunto principal.

Ya Mujeres apasionadas y Páginas de la vida son, sencillamente, caóticas; un jumbo cargado de pasajeros, cuyo destino y trayectoria no se definen – no quiere adelantarse, para no meter la pata. ¿Se imaginan lo que sucedería si un avión sale sin rumbo fijo y anda así al garete por esos cielos del mundo? Pues corre el riesgo de agotar su combustible y caer. Eso fue justamente lo que le sucedió con esta telenovela, que contrario a Mujeres… cuyo éxito fue ascendente (vino de menor a mayor), no supo mantener sus índices y se desmoronó para los finales. Es evidente que empezar con 50 y terminar con 40 es bastante vergonzoso.

Así Páginas… va con ese ritmo somnífero, donde todo busca agradar, aunque en ello no se respeten las jerarquías dramatúrgicas. Se gastan horas y horas de video en conversaciones estériles que no aportan al desarrollo de la trama y lo que podía asimilarse como un esbozo sutil de la historia, no pasa de torpeza de un autor que se pierde entre sus tantas y no muy originales criaturas.

La telenovela no sólo repite hasta la saciedad las mismas caras – más parece una fotocopia, que un casting pensando – sino que reitera la galería de tipos (personajes es una palabra demasiado grandilocuente para estos caracteres robóticas y poco originales), que dicen y hacen lo mismo. Una vez más José Mayer es el machazo otoñal asediado por mil y una mujeres (agradecer a Dios por la apatía de Antônio Fagundes, sólo le resta a este actor encasillado en el mismo rol). Regina Duarte debe hacer milagros (o sencillamente encender el piloto automático), para darle un aire nuevo a su ya tercera Helena, cuya diferencia con las anteriores debe ser la escenografía y la profesión en que se enmarca.

Nombres y más nombres – entremezclados con algunas figuras casuales (el propio Maneco debe aburrirse de escribirle siempre a los habituales). Sólo falta ver ¿qué rol le tiene asignado a su hija Juliana Almeida?, otro lugar-común en sus 'creaciones'.

Una vez más vemos lo bella que puede ser la vida en Leblon. Señor ¿por qué no nos mudamos todos a ese barrio carioca? Ahí no hay desempleo, no hay hambre, no hay conflictos. Todos se conforman con lo que tienen y si alguna ambición, sueño o aspiración asoma, no se lucha por ella. Se espera a que caiga del Cielo el objeto de nuestros deseos, porque en definitiva, tarde o temprano sucederá. La novela debe acabarse algún día ¿no es así?

Todos cumplen cabalmente el rol social que se les ha asignado, pues este es intangible. Los ricos son nobles y virtuosos. Véase el caso de Tide (Tarcísio Meira) y de su ‘sagrada familia’, poco le falta para ser José y Lalinha (Glória Menezes), María, La Virgen. Claro que Jorge (Thiago Lacerda), difícilmente, pueda ser Jesús, luego de haber disfrutado de la hija de la criada y hoy despreciarla, justamente, por ser eso la hija de la criada.

Todo el familión, bellísimo y perfecto, está lleno de ideales altruistas. Sueñan con construir un centro cultural, en una ciudad donde dos de cada tres morros hospedan una favela. No es que desprecie el valor de la cultura como factor de redención social, sin embargo si la idea es ‘hacer caridad’, bien valdría intentar algo más…

Sandra (Danielle Winitz), como plebeya al fin y al cabo, es un saco de imperfecciones. Como ya dijimos el hijo de los patrones la trata como un trapo, pero eso es natural, pues primero es rico y segundo es hombre. Para el público, sin embargo, él sigue proyectándose como el galán ideal, el sueño de toda mujer.

Otro tanto es Marta (la espléndida Lília Cabral), mujer de valores pequeño burgueses y malvada, justo a la altura de su status social (clase media baja). Esta es la fuente de todos los males, parece, pues la Doris (Regiane Alves) de Mujeres… padecía de ese mismo mal. O peor, la abuela de Salette, cuya miseria humana parecía mayor que su pobreza económica. Las Helenas, como siempre, la encarnación de lo perfecto (en ello se incluye su status universitario, su cultura, clase media alta, etc.)

Otra vez los ricos son ricos en abstracto. El dinero les cae del cielo, pues ninguno trabaja, ni tiene un negocio definido. Son ricos porque sí, otra vez, por la gracia divina (pena que sea tan poco justa). Al menos en Por amor, había una definición del métier (profesión) de Atilio, Marcelo y Arnaldo (arquitectos).

Holanda es preciosa. Río de Janeiro también. Ambos tienen magia en pantalla, sobre todo por el empeño que en ello pone Jayme Monjardim, director de núcleo. Esto sirve para atraer a buena parte de los espectadores que sólo los podrán conocer en postales o, justo, en novelas de la Globo. Pero hacer de Ámsterdam y la Ciudad Maravillosa el único factor de gancho en estos primeros capítulos es, sencillamente, criminal. Poco es el tiempo que disponemos y si el que tenemos lo perdemos ¿pues qué hacemos?

El doblaje mexicano es estridente y los excesos de vitalidad de los brasileños (también forzados, ese ‘alto astral’, como se dice por allá, seguro busca reforzar el ánimo decaído de sus espectadores), en voces de actores mexicanos la mayoría de las veces suenan escandalosos y ridículos.

Por ahora, Helena, salvo vivir su indecisión sentimental al respecto de Greg y vivir el recuerdo triste de su hija muerta, poco nos dice y hace. Ya Nanda (Fernanda Vasconcelos) va mostrando sus penas. El resto de los personajes (abundantes al punto que se irán perdiendo poco a poco), sólo hace rol de extras y figurantes, dando alguna que otra apoyatura a las situaciones que Maneco ha priorizado en estos capítulos. Puede ser que la cosa cambie, pero el que ya vio Mujeres apasionadas y tiene un mínimo de observación podrá sacar sus conclusiones pues el mundo de esta novela es sumamente previsible, pues es la historia de una Helena más.

4 comentarios

  1. Totalmente de acuerdo con la Crítica!!!
    Especialmente a partir de "Mujeres Apasionadas" Maneco hace Novelas con lo peor de él...sus defectos en la creación de personajes, ambientes y forma de desarrollarlos están creciendo en forma exponencial!!!
    No logro entender el éxito que ha tenido el reprise de "Mujeres...." en la Globo
    Lo peor es que como la sintonía lo favorece en la venidera "Vivir a Vida" seguramente repetirá su misma fórmula...

    ResponderEliminar
  2. Yo tampoco entiendo el éxito de Mujeres apasionadas en el Vale la pena ver de nuevo. Pero eso ha sucedido con otras tramas que ni en su momento fueron buenas, com El rey del ganado, que ha sido un exitazo, dondequiera que la han puesto... Quizás porque la estén compactando, pero el problema no es sólo que NO PASE NADA, sino que lo que pasa no me mueve un pelito de emoción. Gracias por la solidaridad, me salió del alma...

    ResponderEliminar
  3. Aunque no estea de acuerdo, muy interesante tu opinión. Como contrapartida, recomiendo la lectura (a los que comprendan portugués) de ese articulo de revista VEJA, la más importante y de más grande circulación del país. La materia tiene una opinión muy distinta de la suya (habla principalmente de como las familias brasileñas se sienten identificadas con la telenovela y con su aire de realismo y eso explica el éxito de la telenovela): veja.abril.com.br/090703/p_068.html

    Saludos

    ResponderEliminar
  4. yo miro todas las tramas de los "exitos de manoel carlos" al fin del ultimo capitulo de cada uno de ellos ruego para que maneco escriba otra y otra mas.ademas soy un fanatico de la tv globo desde sus programas de noticias hasta todas sus producciones.la historia de las helenas son emocionantes, no se trata de una monotonia sino de una caracteristica del autor y ellas no son personajes de mujeres perfectas como lo dijo tais araujo, son mujeres que se eqivocan por amor.

    ResponderEliminar

¡Gracias por tu opinión! No olvides que necesitas identificación para dejar tu comentario. Averigua cómo registrarte haciendo click aquí.