"Fina Estampa": la mesa está servida…


Sabrosa y popular, como el frijol negro...

Aunque parezca un pastiche de Vale todo, Señora del destino y alguna que otra novela de las 7, Fina Estampa, la recién estrenada trama estelar de la Globo, promete.

Y es que, Aguinaldo Silva, luego de hacer la novela más políticamente incorrecta de su vida - Dos Caras - ha decidido jugar al seguro, cocinando su historia con los más convencionales ingredientes del folletín y la comunicación de masa.

Por un lado, la mujer abnegada, madre amantísima, capaz del mayor sacrificio en nombre de sus hijos. ¡La típica batalladora! que no ha dudado en obviar feminidad y belleza, para darle de comer a su prole. Por otro, un monstruo. Linda por fuera, fea por dentro. La ricachona fútil, superficial, llena de manías y prejuicios, que destila glamour por los poros, pero no es capaz de un sentimiento sano.

La mesa está servida. En un extremo: arroz, frijoles y ‘farofa’; en el otro, alguna rareza culinaria del paladar francés que lindo y todo, no mata el hambre. La opción de todos es más que obvia. El resultado también. 

En un viraje a lo Walcyr Carrasco, Griselda (Lilia Cabral) sufrirá la esperada metamorfosis (claro está, todos queremos una protagonista fina y linda) y dejará de ser Papito Feo, para volverse Cisne, haciendo realidad todos nuestros sueños.



Es la fórmula de Betty la fea, Belíssima, y de todos sus clones. La fórmula de la Esperanza, pues Pereirão, como la llaman con desprecio, luego de un sinfín de intentos fallidos y mucho sufrimiento, ganará la lotería, emprendiendo el [también] tortuoso viaje hacia el refinamiento y la felicidad definitiva. Pero mucho lloverá hasta tanto.

Caio Castro, en la piel del ambicioso Antenor, cual María de Fátima en pantalones, reniega de su madre y contrata a una actriz, para no vivir la vergüenza de presentarle a su suegra rica a alguien tan 'inadecuado'.

Por otro lado, los demás hijos, vivirán sus dramas, como mismo sucedió con los de María do Carmo en la historia anterior. Entre col y col, ese saborcito típicamente carioca, también visto en su gran éxito del 2005.

Con tonos más amenos que la lóbrega Dos Caras, Silva, revive otro elemento que mucho éxito le dio en sus sagas rurales: el humor y el populismo.

Por ambas cosas, hay quien vea en Fina Estampa una historia más digna de la novela de las 7 y no las 9, en que se esperan tramas más densas. Sin embargo, la Globo, al parecer, se ha dado cuenta que el exceso de dramatismo y la falta de encanto mató sus dos novelas anteriores y decidió aerear el horario (dejando quizás para las 11, las historias tremebundas y exacerbadas).

Se palpa aquí, igual que en la antecesora, la huella del melodrama a lo Manoel Carlos (que de no ser tan achantado, sería un gran autor de folletines).

Otro utilísimo 'préstamo' es el gay-caricatura. La única carta de triunfo de la fallida Suave veneno, era el vidente Wálber, amanerado e hilario. Aquí, el rol le toca al mayordomo Crô, interpretado con propiedad, según la crítica especializada que, por cierto, ha acogido con bastante benevolencia el nuevo producto global.

Y aunque algunos le reprochen las reiteraciones - algo consustancial al género y a los autores de la Globo - no tenemos aquí ese sabor de auto-plagio que viene dominando la mayoría de las telenovelas brasileñas. Con Fina Estampa, Aguinaldo Silva, ha tratado de reinventarse, hasta donde le ha sido posible, anclándose, de paso, en las nuevas generaciones de escritores que ha tratado de cosechar.

El proyecto en cuestión nació en el seno de la primera máster-class que el polémico guionista ofreció en Río de Janeiro hace un par de años y cuyo principal objetivo era garantizarse el relevo, ya que la mayoría de los autores de la red brasileña pasan de los 60. Vocación sincera u oportunismo, no sabemos... lo cierto es que esta inyección de 'sangre fresca', ha rendido resultados visibles en pantalla.

Algo también perceptible a simple vista es la intención de agradar desde el primer instante. Vale para escenografía, elenco, fotografía y todos esos pequeños detallitos que hacen disfrutable una telenovela...

El típico paisaje de Río, no falta, pero matizado por planos de la Barra da Tijuca, gana nuevos perfiles. Algunas parejitas, ciertamente, andan cojas, sin embargo, no creo que haya aquí esa flagrante falta de química entre Lilia Cabral y Dalton Vight, como entre sus antecesores Paola de Oliveira y Eriberto Leão (Insensato corazón), aún y cuando no sean la clásica damita y el galán.

La presentación es la que deja que desear. Música inexpresiva, imágenes poco originales (ídem a Brillante del 82), nada tienen que ver con la exuberancia general que domina el folletín, pero la idea es que vaya transformándose, imaginamos al son de los cambios que sufra la protagonista.

Por delante quedan unos nueve meses de Fina Estampa. Su principal misión es mantener y aumentar los positivos números que en sus semanas finales ganó Insensato... y elementos tiene.

3 comentarios

  1. Al menos por ahora, Fina Estampa es un éxito. Se estrenó con 40 puntos, picos de 41 y se ha mantenido sobre los 38, con picos superiores a los 40. Ojalá se mantenga y aumente. Insensato corazón se despidió con parcos 47 puntos, sin superar la barrera de los 50.

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  2. Gostei muito mais de Fina Estampa que O Astro, que é muito nostálgico para mim e com uma narrativa superficial ao extremo. Um golpe de marketing a chamar de novela, sendo que é exibida da mesma forma que, por exemplo, A Casa das Sete Mulheres.

    Apelar para notalgia é um excelente tapa buraco, mas não leva a lugar nenhum. O SBT que o diga! O primeiro Astro já foi uma tática da Globo para bater O Profeta da Tupi. Regina Duarte está péssima, mais canastrona que nunca. Daniel Filho era o melhor ator e personagem, pena que morreu para dar início a um mistério que ninguém (digo, o público) quer resolver.

    Fina Estampa está me lembrando muito Ti-Ti-Ti e, mesmo concordando com a semelhança com outras novelas, sinto algo novo, assim como na novela de Maria Adelaide. É como se a história respirasse. Até mesmo Caio Castro, ator do qual nunca gostei, me surpreendeu.

    Pode não ser muito original, mas está falando a língua de hoje, o trunfo de antigas obras que fazem sucesso durante vários anos (sem se apegar a glórias do passado).

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  3. Olá Pedro, mais uma vez obrigado pela sua [fundamentada] opinião! Sempre bem-vindo com os seus comentários!

    Sobre O Astro/7 Mulheres...

    Concordo que o esquema de emissão é o mesmo, mas a essência é diferente. O Astro é um novelão assumido (assumidísssssimo), enquanto A Casa... não era nem carne, nem peixe.

    Padecia do mesmo mal que o resto dos programas dramáticos da Globo: continuava com cheiro de novela!

    E convenhamos que fazer minissérie histórica, pra acabar focando nas idas e vindas sentimentais das personagens, não só é apelação, mas vício na linguagem criativa.

    Por isso, prefiro a 'sinceridade' de O Astro, apesar de por momentos puxar assuntos batidérrimos (até mesmo porque foi com a O Astro e JC que virou estilo), do que a pseudo-pretenção cultural de A Muralha, Aquarela do Brasil, 7 Mulheres ou Um só coração.

    Acho que o ritmo de O Astro, não nos deixa reparar na mesmice, até mesmo, porque as viradas da Janete eram 'surpreendentes' (por exemplo, jamais esperei esse casamento da Clô com o Samir). Aliás, que o casal protagonista é ótimo!

    Claro, MAIS UM QUEM MATOU, NINGUÉM MERECE! Tampouco a Regina Duarte, rsrsrs (mas a gente perdoa: afinal ela é a eterna Namoradinha do Brasil).

    Quando saí do Brasil, lamentei por não poder assistir a novela de GB, de quem sou (era?) fã. Mas hoje, preferiria ter assistido Fina Estampa, que pelo menos, com vc diz, apesar do reiterativo, traz um ar de 'novidade'.

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